Virus de la bofetada
Aumentan los casos del virus de la bofetada, ¿en qué consiste?
Se trata de un proceso vírico que se caracteriza por un enrojecimiento de la piel en la zona de las mejillas, de ahí su nombre coloquial. En algunas unidades pediátricas gallegas se atienden unos 4 casos al día, aunque los expertos recuerdan que no reviste gravedad.
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Puede provocar fiebre, malestar general o mucosidad, pero su síntoma más característico, sin duda, es la erupción rojiza que provoca en las mejillas. De ahí es de donde este virus, el Parvovirus B19, toma su nombre. Se trata de un enrojecimiento que recuerda a una bofetada y que puede extenderse también por otras partes del cuerpo. En algunas ocasiones puede aparecer picor.
A priori no suele revestir gravedad, y tampoco es que sea una novedad, pero lo llamativo de este año es el incremento de casos que se está registrando en algunas unidades pediátricas. Es el caso de A Coruña y otras zonas de Galicia.
Hasta 4 casos al día registran algunos pediatras
La primavera es la época "preferida" de este virus. Con la llegada de los primeros días de calor acostumbra a extenderse, por lo que podríamos decir que estamos en temporada. Si bien es cierto que no ha sido ésta la primavera más calurosa en Galicia, pero los contactos en colegios y guarderías han completado el trabajo. "Al llegar al pediatra con la niña ya nos dijeron que había muchos casos", explica una madre.
Lo que ocurre en Galicia no es una situación extraña si tenemos en cuenta que el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) ha informado también de un aumento de los casos registrados de Parvovirus B19. "Al ver las manchas rojas te llama la atención, pero la niña lo pasó sin mayor complicación". Es el testimonio de una familia, pero podría ser el de la mayoría.
Cuando aparecen las manchas ya no contagia
El período de incubación de este virus es relativamente largo. Además de muy variable. Puede durar entre cinco días y dos semanas y se agudiza en los días previos a la aparición de las manchas en la piel. De ahí la rapidez de su trasmisión.
Puede provocar unas décimas de fiebre que nos indique que algo no va bien, pero en muchas ocasiones ni siquiera eso. El moco –habitual entre los más pequeños en cualquier momento-, el cansancio –típico del final de curso-, y el malestar –demasiado variable- no en pocas ocasiones pasan desapercibidos. Para cuando aparecen las manchas, el virus deja de contagiar, por lo que el aislamiento carece de sentido.
El tratamiento va dirigido únicamente a los síntomas. Analgésicos si hay molestias y antihistamínicos en los casos en los que las manchas producen picor. Más allá de eso, como se suele decir, "hay que pasarlo".
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