Guerra Rusia - Ucrania

Ucrania, año I: La guerra que sacudió la geopolítica global

Muerte, crisis energética, cambios de alianzas...repasa las consecuencias que la guerra en Ucrania y el escenario incierto que se presenta tras las últimas amenazas de Vladimir Putin.

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Como suele ocurrir con los acontecimientos que acaban recogidos en los libros de historia, muchos de nosotros jamás olvidaremos dónde estábamos y qué hicimos la madrugada del 24 de febrero de 2022. La mayoría de los europeos, dormíamos cuando Putin anunció que había empezado su "operación especial" en Ucrania, un eufemismo para referirse a un periodo de ataques indiscriminados contra población civil como los de la maternidad de Mariúpol o el de la estación de Kramatorsk, masacres como la de Bucha o los ataques masivos con misiles a infraestructuras energéticas. Una guerra a la que los periodistas y ciudadanos rusos no pueden llamar por su nombre bajo riesgo de penalizaciones y que ha supuesto la mayor sacudida en décadas del tablero geopolítico internacional.

Es una lucha entre bloques, en un contexto de tensión global con reminiscencias de la Guerra Fría

La agresión a Ucrania ha elevado los temores de países vecinos como Polonia, Moldavia o Estonia, que temen ser los siguientes en la lista y refuerzan su seguridad. Finlandia y Suecia, han abandonado su neutralidad para solicitar su entrada en la OTAN. La Alianza ha acordado producir más armas y que el 2 % del PIB en defensa de los países miembros sea un mínimo, no un máximo. La Unión Europea le ha abierto las puertas a Ucrania para integrarlo, sin ser miembro del club de los 27, en sus decisiones económicas. Estados Unidos sigue liderando los envíos de armamento a Kiev y empujando al resto de aliados a saltarse una y otra vez sus líneas rojas sobre el tipo de armas a entregar. El mensaje es uno: hay que evitar que Putin gane esta guerra.

Los combates en suelo ucraniano van más allá del cuerpo a cuerpo entre soldados de dos países. Es una lucha entre bloques, en un contexto de tensión global con reminiscencias de la Guerra Fría. La cumbre de Madrid de la OTAN alumbró el nuevo concepto estratégico o lo que es lo mismo, la hoja de ruta de la Alianza para la próxima década. Ese documento, definió a Rusia, hasta hace un año uno de los principales socios energéticos de Europa, como "la amenaza más importante para la seguridad para los aliados". Fue más allá. Por primera vez señaló a China y la califica de "desafío" a nuestros "intereses y valores". Y es precisamente la posición ambigua de Pekín a lo largo de este año de guerra algo que también inquieta a los aliados. No condena la invasión aunque tampoco se implica directamente en el conflicto de parte de Rusia.

Putin estaría preparado para una contienda indefinida que provoque un desgaste global

Un año después de la invasión, Ucrania resiste. Su presidente no aceptó la oferta de abandonar el país cuando empezaron los bombardeos. Cada noche arenga a su pueblo a través de video comunicados para mantener la moral alta mientras insiste en pedir armamento a los aliados occidentales. Si Rusia gana, repite Zelenski, los valores occidentales perderán.

Putin planteó la operación como una guerra relámpago pero un mes después quedó claro que sería una invasión larga cuya fecha final, un año después, nadie se atreve a predecir. El secretario general de la OTAN ha repetido durante las últimas semanas que el presidente ruso no se está preparando para la paz. Los analistas militares y los diplomáticos apuntan a que el presidente ruso estaría preparado para una contienda indefinida que provocaría un desgaste global de consecuencias desastrosas. En el plano económico, la factura a pagar en Occidente elevaría la presión en las decisiones geopolíticas, en los envíos multimillonarios de armas a Kiev y, probablemente, provocaría grietas en la unidad de los aliados. Esa sería ahora la baza de Putin ante el dilema de Occidente en Ucrania y solo el tiempo nos dará la respuesta.

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