El campeonato Mundial de Atletismo que se está celebrando en Catar está siendo noticia por el extremo calor y la extrema humedad a las que se están enfrentando los atletas. Solo un ejemplo: casi la mitad de las corredoras abandonaron el maratón femenino, y la ganadora registró la peor marca de la historia, y eso que empezó a las 12 de la noche.
Celebrar unos mundiales o unos Juegos Olímpicos es para muchos países una forma de mejorar su imagen en el exterior. Para China fueron una señal de apertura y Catar ahora celebra el Mundial de Atletismo en medio de las críticas por la situación de la mujer y de los trabajadores que construyeron sus instalaciones deportivas.
Albergar un evento deportivo se ha convertido en una bendición para algunos países. China, además de dar imagen de aperturismo, vendió modernidad. Es lo que pretende Catar con el actual Mundial de Atletismo y el de fútbol en 2022, o Arabia Saudí, que ha ofrecido 35 millones de euros para ser sede de la Supercopa de España.
El año pasado, los saudíes acogieron la Supercopa italiana y como excepcional muestra de apertura, dejaron entrar a 15.000 mujeres a los estadios. En Catar se estima que al menos 2.000 trabajadores han muerto en las obras de los imponentes estadios construidos para acoger dentro de tres años un Mundial que volverá loco al calendario del fútbol: la final se jugará el 21 de diciembre.
El presidente de la Federación de Atletismo, que en su momento concedió el Mundial a Catar, está a la espera de juicio por corrupción, mientras que el de la de fútbol está inhabilitado por incumplir el Código Ético de la FIFA
