Son ya 814 los fallecidos a causa del patógeno que sacude China, en especial la provincia central de Hubei. Además, 6.000 de los contagiados presentan cuadros clínicos muy graves. La actividad en muchas ciudades, incluida la capital, sigue bajo mínimos y el Gobierno chino se esfuerza por dar relevancia a los aspectos menos dramáticos de la epidemia.
Incluso la Comisión Nacional de Sanidad reconoce la escasez en el suministro a Wuhan, la zona cero del coronavirus, de material sanitario y aislante, así como medicinas.
En la provincia de Hubei han muerto 81 personas en las últimas 24 horas, y los contagios aumentan a pesar del confinamiento que también afecta a otras grandes ciudades.
En Pekín, por ejemplo, la actividad comercial es mínima y muchos no se atreven ni a salir a la calle. Para comer, recurren a repartidores que desafían al virus.
El Gobierno chino, criticado por su gestión de la epidemia, usa la televisión para mostrar el lado más positivo de la crisis, pero sabe que la actividad económica del país no puede seguir al ralentí, y la inminente vuelta masiva al trabajo puede suponer un nuevo obstáculo en la lucha contra la expansión de la epidemia.
Además, la madre del medico que dio el primer aviso sobre el virus, que fue acallado por las autoridades y que murió contagiado, pedía este domingo entre lágrimas disculpas formales del gobierno.
