El presidente chino, Xi Jinping, ha iniciado su primera visita a Corea del Norte, un viaje marcado por la necesidad de reactivar el diálogo sobre desnuclearización y condicionado a su vez por el conflicto comercial Pekín-Washington. Xi aterrizó en el aeropuerto de Sunan, en Pionyang, e inició una visita de dos días de la que apenas se han dado a conocer detalles, algo previsible dada la tradicional opacidad de ambos Gobiernos cuando se trata de sus líderes.
En la cumbre que mantuvo Xi con el líder norcoreano, Kim Jong-un, el presidente chino dio un espaldarazo al régimen al decir que ayudará a Pionyang a abordar sus preocupaciones en materia de seguridad, dando a entender que tratará de impulsar un acuerdo de paz en la región. La firma de un tratado de paz para dar por cerrada definitivamente la Guerra de Corea (1950-53), que se detuvo solo con un alto el fuego, es una de las principales demandas de Pionyang, que considera que este acuerdo ayudaría a evitar un hipotético ataque estadounidense.
Por su parte, Kim dijo que, pese a que sus esfuerzos para rebajar la tensión no han obtenido respuesta de EEUU, se mantendrá paciente hasta lograr una solución al conflicto, tal y como recogió la cadena estatal china CCTV, que reprodujo todas las declaraciones de los dos líderes en estilo indirecto.
Puesto que está previsto que Xi y el presidente estadounidense, Donald Trump, se vean las caras en la cumbre del G20 dentro de una semana, este viaje a Corea del Norte puede suponer un empujón para las conversaciones sobre desnuclearización, atascadas tras la fallida cumbre de Hanói. En la capital vietnamita, Pionyang abogó por una desnuclearización gradual acompañada del progresivo levantamiento de sanciones, mientras que Washington dijo que no relajaría sanción alguna mientras el régimen no elimine sus programas nuclear, de misiles y de armas químicas y biológicas.
En este terreno se entrecruza ahora también el conflicto comercial y tecnológico que mantienen Washington y Pekín, que puede aprovechar esta visita para recordarle a Trump la enorme influencia económica que ejerce sobre el empobrecido régimen norcoreano y tratar de forzar así alguna concesión estadounidense. Xi no solo puede optar por intensificar su apoyo a la opción que plantea Pionyang en cuanto a desnuclearización; de él depende también que se cumplan las estrictas sanciones para el comercio transfronterizo con Corea del Norte, pieza clave en la estrategia de "máxima presión" activada por la Casa Blanca.