Cisjordania
Israel da el primer paso hacia la anexión de Cisjordania mientras Trump ve la amenaza para su plan de paz
La Knéset ha puesto en marcha la tramitación de una iniciativa para anexionar Cisjordania —competencia que el Gobierno de Netanyahu podría ejercer por sí mismo—. Donald Trump la considera un obstáculo para su plan de paz en Gaza y lanza un mensaje de calma: “No se preocupen por Cisjordania. Israel no va a hacer nada con Cisjordania, de acuerdo”. El primer ministro israelí ya ha contestado.

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El Parlamento israelí ha iniciado los pasos para anexionar Cisjordania, un movimiento de gran calado que, llegado el caso, el propio Gobierno podría aprobar por su cuenta. La maniobra llega en un contexto de fuerte tensión regional y con el foco internacional puesto en la guerra en Gaza.
Desde el entorno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, se subraya que el Ejecutivo conserva capacidad legal para avanzar sin necesidad de una ley específica, aunque la vía parlamentaria añade respaldo político y simbólico.
El debate recibió un impacto directo desde Washington. Donald Trump, que impulsa un plan de paz para la Franja, considera que la anexión sería un escollo para sus objetivos diplomáticos. Su mensaje fue literal y sin matices: “No se preocupen por Cisjordania. Israel no va a hacer nada con Cisjordania, de acuerdo”.
La réplica de Netanyahu llegó acto seguido, en defensa de la posición israelí, aunque sin modificar el eje de la discusión: la oportunidad, alcance y timing de cualquier medida sobre el territorio ocupado.
Cisjordania, radiografía de un territorio ocupado desde 1967
Cisjordania, incluida Jerusalén Este, abarca 5.655 km², unas 15 veces la superficie de Gaza (365 km²). Allí viven unos 3,3 millones de palestinos repartidos en 11 gobernaciones (Hebrón es la más poblada) y cerca de 700.000 israelíes en asentamientos considerados ilegales por el Derecho Internacional.
Desde 1967, Israel mantiene una ocupación militar que, en la práctica, se traduce en arrestos, checkpoints, demoliciones y redadas. En el último año, y en paralelo a la guerra en Gaza, se registran cientos de víctimas en el territorio ocupado y un máximo histórico de estructuras palestinas demolidas, con miles de desplazados, según recuentos de organismos internacionales.
Oslo y la fragmentación: Áreas A, B y C
Los Acuerdos de Oslo fijaron una administración interina por la que Cisjordania se dividió en Área A (18%), Área B (22%) y Área C (60%). La Autoridad Palestina gestiona servicios civiles en A y B, pero Israel retiene el control de la seguridad exterior y puede entrar cuando lo estime.
En Área C, bajo control total israelí, debía haberse completado una transferencia progresiva que no llegó. Sobre el terreno, la muralla de separación (más de 700 km), una red de controles y carreteras segregadas condicionan la movilidad cotidiana de la población palestina.
Jerusalén Este, incluida la Ciudad Vieja, con lugares sagrados para musulmanes, judíos y cristianos, permanece ocupada desde 1967 y fue anexionada por Israel en 1980, un acto no reconocido internacionalmente. La cuestión de la capitalidad, el estatus de los santos lugares y la continuidad territorial entre Cisjordania y Gaza siguen siendo nudos centrales de cualquier negociación.
Los refugiados y vida diaria
La Cisjordania actual acoge centenares de miles de refugiados palestinos, con campamentos establecidos tras la Nakba de 1948. La falta de aeropuerto propio y la dependencia del puente Rey Hussein/Allenby para salir del territorio ilustran la vida bajo restricciones.
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