Antártida

La insólita historia de un hombre que tuvo que operarse a sí mismo de apendicitis en la Antártida

El hombre, cirujano, tuvo que intervenir por una cuestión de vida o muerte en el continente helado.

Una operación

Una operaciónPexels

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Sufrir algún problema en la Antártida puede conllevar serias complicaciones. Es lo que le ocurrió a Leonid Rózogov, un médico cirujano que tuvo que decidir una cuestión de vida o muerte. Esta es una insólita historia de supervivencia: tuvo que operarse a sí mismo de apendicitis. Estaba solo en la Antártida. Tuvo que tomar aquella drástica solución para salvar el tipo.

Leonid Rógozov, fue enviado cuando tenía 26 años en 1960 a la Expedición Antártica Soviética como médico cirujano. Misión de poco más de un año. Ya en la Antártida, en la base Novolázarevskaya, empezó a sentir náuseas, fiebre y debilidad. Conforme pasaban los días en aquella tierra gélida empeoraron esos dolores. Los fármacos que tenía en su poder no fueron suficientes para aliviar el dolor.

La base en la que se encontraba estaba muy lejos de cualquier población, por lo que acudir a un hospital era imposible. Las condiciones climáticas no eran favorables y tampoco disponían de aviones. Además, sus compañeros de expedición no tenían formación médica. Solo quedaba una solución: hacerse una cirugía a él mismo.

Entre la espada y la pared

"Siendo cirujano, no tenía dificultad en diagnosticar una apendicitis aguda", comentó su hijo Vladislav en una entrevista con la cadena BBC. "Era una condición médica que había tenido que operar muchas veces, y en el mundo civilizado es una operación de rutina. Por desgracia en ese momento él no se encontraba en el mundo civilizado. En cambio, estaba en medio de un desierto polar", exclamó.

El tiempo apremiaba y "no podía esperar ayuda alguna, tenía que abrir su propio abdomen para sacar sus intestinos". El médico no sabía en aquel momento si eso que iba hacer iba a ser posible. Entre la espada y la pared, tenía que olvidarse de utilizar anestesia general. Asimismo, explicó a sus compañeros lo que tenían que hacer en caso de que él perdiera el conocimiento mientras se operaba, así como la forma en la que debían lavar el material quirúrgico.

Para operarse usó un espejo en el que se miraba para hacer la cirugía en perfectas condiciones. Aquella operación tuvo pequeños contratiempos, pero finalmente consiguió extirparse el apéndice. Tras tomar unos antibióticos al realizar la cirugía, se desmayó, aunque despertó unas horas más tarde. Finalmente el cirujano salvó su vida en una situación límite.

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