Guerra Rusia-Ucrania

Las imágenes en exclusiva de los enfermos del tren que salva vidas en la guerra de Ucrania

Médicos Sin Fronteras ha trasladado a más de 600 pacientes gracias a este tren completamente equipado que atraviesa un país en plena guerra.

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Sus ocupantes no son pasajeros cualquiera. Y su destino, uno que preferirían evitar a toda costa. Y a pesar de ello, el tren de Médicos Sin Fronteras es la esperanza de todos. Desde que se puso en marcha el 31 de marzo y hasta el 6 de junio ha trasladado a 653 personas.

Los datos médicos recogidos y los testimonios de los pacientes muestran que la guerra no distingue entre soldados y civiles. Mas del 40% de los heridos evacuados han sido ancianos y niños con heridas por explosiones, amputaciones traumáticas, metralla y heridas de bala. "Una falta de respeto por la protección de los civiles, que es una grave violación del Derecho Internacional Humanitario", sostiene MSF.

La ruta une el este del país con hospitales en zonas más seguras de Ucrania. Entre 20 y 30 horas de viaje durante los cuales se monitorea a los pacientes y se brinda atención para mantenerlos estables.

"Las heridas de nuestros pacientes y las historias que narran muestran sin duda el impactante nivel de sufrimiento que la violencia indiscriminada de esta guerra está infligiendo a los civiles", afirma Christopher Stokes, coordinador de Emergencias de MSF para Ucrania.

Así son los pacientes que viajan en el tren

Las personas que viajan en este tren son en su mayoría pacientes hospitalizados a largo plazo o heridos de guerra que necesitan atención postoperatoria después de lesiones traumáticas. De los 653 pacientes, 355 fueron heridos directamente por las acciones del conflicto. La gran mayoría sufrieron lesiones por explosión. Y el 11% de los pacientes con traumatismos eran menores de 18 años y el 30% mayores de 60.

"Iba de camino al baño cuando hubo una explosión. Perdí el conocimiento y caí. Cuando me di la vuelta, mi rostro estaba cubierto de sangre. Tenía una fractura abierta en el brazo y también debí romperme la nariz al caer. Estaba sola y dolorida, gritaba pidiendo ayuda, pero nadie me escuchaba. Más tarde, un voluntario me encontró y durante dos días trató de llamar a una ambulancia que me llevara al hospital”, relata angustiada una mujer de 92 años de Lyman, en la región de Donetsk.

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