El tiroteo del pasado jueves en la Escuela Secundaria Aztec, en el norte de Nuevo México, Estados Unidos, podría haber sido significativamente peor, de no ser por la intervención de dos héroes.

Uno de ellos fue el conseje, Thomas Hill, que corrió por los alrededores de la escuela avisando a la gente. La segunda heroína es Katie Potter, una profesora sustituta del centro. Cuando oyó los disparos, Potter supo que tenía que esconder a 17 alumnos en su aula.

"Escuche sonidos por el pasillo. Miré en el vestíbulo y vi al conserje, Hill, y me preguntó '¿Quién eres tú?'. Estaba alterado. Me di cuenta de que algo estaba pasando", relata Potter al New York Post.

La profesora conocía a las dos víctimas del tiroteo, Francisco Fernández y Casey Márquez. Fernández estaba en su clase aquella mañana. Le preguntó a Potter si podía ir al baño, salió de clase, pero nunca volvió. Cuando Fernández abrió la puerta del baño, el tirador estaba dentro con el arma cargada.

"Entró en el baño y salvó vidas. Sino, el tirador habría entrado en alguna clase. Ese chico es un héroe", dijo el Jefe de la Policía Estatal de Nuevo México, Pete Kassetas.

Potter hizo que los niños entraran en clase, empujaron un sofá para atrancar la puerta y se acostaron en el suelo. Solo podían esperar.

Los estudiantes estaban tranquilos, habían sido entrenados para situaciones como aquella, pero algunos estaban asustados, según Potter.

Sabían que corrían grave peligro y algunos de ellos decían: "No quiero morir". La profesora intentaba tranquilizarlos: "Todo irá bien".

El tirador encontró a Potter y sus estudiantes. Intentó entrar, pero no pudo, el sofá le impedía abrir la puerta. Disparó a a las paredes del aula, pero milagrosamente nadie resultó herido.

Al cabo de un tiempo oyó como la autoridades llegaban al centro y abrió la puerta, estaban a salvo.

Al día siguiente, Potter recibió una llamada del centro y les comunicó su intención de seguir dando clase: "si necesitas a alguien el lunes, allí estaré".