Italia
Giorgia Meloni sacude el tablero y levanta los mayores temores dentro de la Unión Europea
Es la primera vez que la extrema derecha va a gobernar en una de las grandes economías del euro. No es un tema menor porque puede suponer cambios en los equilibrios de poder dentro de la Unión. Bruselas teme un peligroso acercamiento de Giorgia Meloni a Hungría y Polonia, una alianza que podría crear un nuevo frente populista que supondría un freno al proyecto comunitario. España trata de aprovechar el momento y ganar peso político en Europa: ya se posiciona como foco de estabilidad junto con Francia y Alemania.
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No es casualidad que las primeras felicitaciones que ha recibido Giorgia Meloni en Europa no hayan sido de los altos cargos comunitarios, sino de los partidos políticos de extrema derecha que tantos dolores de cabeza han dado en Bruselas.
Desde Marine Le Penen Francia, -dándole las gracias por “resistir las amenazas de una Unión Europea antidemocrática y arrogante”-, del húngaro Viktor Orban, -reafirmando que “necesitamos amigos como vosotros con la misma visión ante los desafíos de Europa”-, o de Santiago Abascal en España, -diciendo que Meloni “ha mostrado el camino para una Europa de naciones soberanas"-.
La Unión Europea es consciente de que podemos estar ante un terremoto político considerable. A la espera de qué Meloni veamos gobernando, el programa de Fratelli de Italia lo basa todo en el 'Italia primero', emulando las conocidas posturas de Trump, y reniega de ceder soberanía a Bruselas y, por tanto, de cooperar en las políticas comunes. Algunos analistas ya anuncian que la nueva Italia de tintes extremistas podría dejar de ser un motor en Europa para pasar a convertirse en un freno al proyecto comunitario.
Acercamiento a Hungría y Polonia
Uno de los mayores temores de las instituciones europeas es el peligroso acercamiento de Meloni a Hungría y Polonia, dos socios que llevan años desafiando el rumbo actual de la UE y que tienen abiertos procedimientos de infracción por no respetar el estado de derecho en sus países. Hasta ahora, la líder italiana ha apoyado sin fisuras a estos dos gobiernos. La semana pasada su grupo parlamentario en la Eurocámara votó en contra de una resolución que afirmaba que Hungría ya no es una democracia plena.
Este acercamiento, más la posibilidad de que pronto se una Suecia con otro gobierno de extrema derecha, podría formar un nuevo frente nacionalista y populista que hiciera cambiar el equilibrio de poder dentro de la Unión y los pesos a la hora de tomar grandes decisiones. Italia es la tercera economía del euro y aportaría mucho capital político a ese posible nuevo frente radical.
No está claro cómo se comportará Giorgia Meloni al frente de un gobierno, porque en las últimas semanas ha rebajado mucho su discurso euroescéptico del pasado. Ella ya no aboga por sacar a Italia de la UE o por salir del euro, pero sí cuestiona gravemente los pilares fundamentales de la Unión actual.
La presidenta de la Comisión Europea, en un gesto inusual antes de unas elecciones, dejó caer la semana pasada un claro mensaje al nuevo gobierno italiano. Advirtió de que Bruselas tiene mecanismos para confrontar la deriva autoritaria de un país, en clara referencia a Hungría y Polonia. Una afirmación de Úrsula Von der Leyen, algo torpe a cuatro días de las votaciones, pero que demuestran la preocupación en los despachos de la Comisión Europea. Hay altos cargos que ya asumen que hoy se inaugura una nueva etapa de tensión y de roces entre Roma y Bruselas.
Retos de Italia en Europa
En el horizonte Italia tiene muchos retos por delante. Quizá el más inmediato e importante es el acceso al Fondo de Recuperación, ya que Italia es el país que más dinero va a recibir, por encima de España. Para absorber esos fondos, el país debe ir cumpliendo hitos y objetivos, algo que con Mario Draghi en el poder se asumía que no habría ningún problema pero ahora surgen dudas, ya que la propia Meloni ha criticado el plan de reformas que diseñó Draghi y que pactó con la Comisión.
Esta será otra de las dificultades, la compleja comparación con su antecesor, ni más ni menos que 'Super Mario' o el “salvador del euro Draghi”, un expresidente del BCE, metódico y modélico técnicamente, que contaba con el mayor de los respetos tanto en Bruselas como en la escena internacional.
Italia es Italia… y eso nadie lo cambiará. Los miedos ante la Meloni de hoy puede que se evaporen en pocos meses porque los enfrentamientos entre los tres partidos de la coalición de derechas hagan caer de nuevo al gobierno. En los últimos 76 años, los ejecutivos han durado de media trece meses. En las últimas tres décadas, solo el incombustible Silvio Berlusconi pudo aguantar cuatro años consecutivos en el poder, todo un récord para los estándares italianos.
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Mientras, el resto de los países tratan de posicionarse y sacar tajada. España quiere aprovechar el distanciamiento de Meloni de la línea habitual para situarse como un foco de estabilidad y de seguimiento de los valores europeos. No ha tardado ni unas horas un ministro español (Luis Planas) en salir públicamente a resaltar ante las cámaras de televisión que “España estará siempre junto con Francia y Alemania en el eje de esa Unión Europea que quiere avanzar para hacernos más fuertes juntos”. Una forma inteligente de ganar peso político en Europa, a costa de los vecinos italianos.
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