La Dirección General de la Aviación Civil (DGAC) había pedido a las compañías aéreas la supresión de la cuarta parte de los vuelos habitualmente programados en los dos aeropuertos de París, atendiendo a los controladores aéreos que se habían declarado en huelga.
En los trenes, desde primera hora se cumplían la previsiones de la compañía estatal SNCF, lo que significaba que sólo estaban en servicio dos de cada cinco trenes de alta velocidad (TGV), uno de cada cuatro del resto de convoyes de largo recorrido o la mitad de los regionales.
Los Eurostar que enlazan París con Londres eran los únicos que se mantenían normalmente, mientras en los Thalys que comunican París con Bélgica, Holanda y Alemania, se habían suspendido uno de cada cinco de los programados habitualmente, al igual que uno de cada diez de los Lyria que van de la capital francesa a Ginebra y Lausana (Suiza).
La Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) había tenido que anular todos los trenes de noche, lo que incluye los Talgo que comunican París con Madrid y Barcelona (España).
En la capital francesa, el sistema de transporte urbano estaba algo menos alterado de lo que se temía, con una circulación prácticamente normal en la mitad de las 14 líneas de metro. Los problemas eran mucho más importantes en los trenes de cercanías, de forma que no había casi ningún convoy en el corredor del RER B, que atraviesa la ciudad de norte a sur y conecta con los dos aeropuertos.
Las alteraciones en el transporte público tenían un impacto directo en el tráfico rodado, y así desde antes de las ocho hora local en las carreteras y autopistas de la región de París se contabilizaban 200 kilómetros de retenciones.
Huelga general por la reforma en las pensiones
Los principales sindicatos han instado a los empleados del sector privado a unirse a los trabajadores estatales para un paro de un día y a salir a protestar a las calles, donde esperan superar las dos millones de personas que registraron en una manifestación similar celebrada en el mes de junio.
El líder del sindicato CGT, Bernard Thibault, recalcó que el sistema de pensiones está atravesando "un momento grave" y que la jornada de huelga podría ser una oportunidad "excepcional". "Si es excepcional, podríamos tener un punto de retorno", agregó.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, reconoce que el Gobierno está preparado para hacer algunas concesiones, pero recalca que no retrocederá en lo esencial de la reforma: subir la edad mínima de jubilación a 62 años desde los 60, y la edad a la cual los ciudadanos se pueden retirar con una pensión completa desde los 65 años a los 67.
Según una encuesta, tres de cada cuatro franceses apoya las protestas contra una reforma que dos tercios de la población considera "injusta". Sin embargo, según el sondeo de Obea-Infraforces, un 65% de los franceses cree que estas manifestaciones no tendrán impacto alguno.