Las familias de los niños y profesores que viajaban en el autobús siniestrado anoche en un túnel de Suiza, en el que murieron 28 personas, entre ellas 22 niños, han vivido momentos de tristeza y dolor en las dos escuelas desde donde habían emprendido un viaje de esquí.
A lo largo de la mañana, los allegados de las víctimas han acudido a las escuelas de primaria Sint-Lambertus, en Heverlee, y 't Stekske, en Lommel, dos ciudades situadas en el norte de Bélgica, donde se ha desplegado un operativo de información y atención psicológica.
La aeronave, un Airbus A310, ha llevado a 116 personas, entre las que se encuentra un equipo de psicólogos especializado en este tipo de dramas, según explicó a los periodistas el ministro belga de Defensa, Pieter De Crem, en el aeropuerto militar de Melsbroek.
Los familiares de las víctimas de la tragedia llegaron a la instalación, en las afueras de Bruselas, a bordo de autobuses con los cristales tintados. Allí fueron recibidos por el rey de Bélgica, Alberto II; el primer ministro, Elio Di Rupo; y el propio De Crem.
En Ginebra, las familias han sido trasladadas por carretera a los distintos centros hospitalarios entre los que se están ingresadas las víctimas.
Un total de 52 personas viajaban en el autocar accidentado, que se estrelló por causas aún desconocidas en un túnel en la localidad suiza de Sierre (sur del país). De ellas, 28 han fallecido y otras están heridas de diversa consideración. La mayor parte de los viajeros eran niños de las localidades belgas de Lommel y Heverlee (en el norte de Bélgica), que regresaban a casa tras disfrutar de unas vacaciones de esquí en el valle de Anniviers, en los Alpes suizos.