LGTBI

La comunidad LGTBI de Shanghái usa el 'voguing' para escapar de la represión a la que están sometidos

Este baile -y también estilo de vida- vuelve a recobrar fuerza para ganar espacios en los que el colectivo LGTBI pueda sentirse libre.

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Jadeados por el público. Cada noche se reúnen en este sótano de Shanghái más de doscientas personas. Visten con telas de látex rojas y negras, corsés y vestidos casi imposibles, compiten para ver quién hace el mejor 'voguing'. El 'voguing' es una fusión de baile, moda, desfiles, acrobacias y poses que se originó en la década de los 60 y que sirvió como vía de escape para la comunidad LGTBI en el barrio de Harlem en Nueva York.

En una coyuntura de persecución y represión hacia el colectivo, surge en los salones de baile de la cultura 'ball', donde se congregaban las 'drag queens' afroamericanas. Los grupos de competición eran apodados 'casas' y tras la presentación de sus mejores y más arriesgados pasos de baile y estilismos, los jueces daban su calificación. Pero esta 'performance' no era algo improvisado: horas de ensayos y noches en vela cosiendo los vestidos precedían a los shows.

A finales de los 80, el 'voguing' estaba en auge. Principalmente se extendió entre la población afroamericana y latina, muchos de ellos jóvenes que fueron rechazados por sus familias debido a su orientación sexual o identidad de género. Encontraron refugio en las 'casas' y, a veces, hasta vivían como una familia. Las casas estaban formadas por una 'madre' y sus 'children' (hijos e hijas). La madre estaba encargada de presidir el grupo y aconsejar y guiar a sus hijos e hijas.

Éxito tras el videoclip de Madonna 'Vogue'

Comenzó a obtener relevancia internacional y fuera de la comunidad LGTBI tras la canción y el videoclip de Madonna 'Vogue' en 1990, y al posterior estreno del documental 'Paris is Burning', que mostraba el fenómeno de los 'balls' o bailes entre los años 87 y 89, una vez el fenómeno del 'voguing' ya había llamado la atención de los medios y empezaban a obtener beneficios de las industrias culturales.

Ahora, vuelve a convertirse en un refugio para los que, una vez más, ven recortados sus derechos y sus libertades. En China, en los últimos años se ha endurecido la presión sobre los colectivos LGTB.

En 2020, la asociación que se encargaba de organizar el Día del Orgullo en Shanghái anunciaba su cierre tras 11 años en activo. ¿La justificación? "Causas de fuerza mayor". Un año más tarde, la red social WeChat (parecida a Twitter) eliminaba cuentas de jóvenes que defendían abiertamente los derechos de las personas LGTB. Tampoco se dieron explicaciones. Ese mismo año, la NRTA (Administración Nacional de Radio y Televisión de China) dio la orden de no seleccionar actores o invitados a los programas que tuvieran una "estética afeminada".

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