Francia
Un casero inicia una huelga de hambre para recuperar su casa: "Es un paliativo a la violencia. Lo odio"
Denuncia que su inquilino, al que avisó con 15 meses de antelación, no se marcha ni paga el alquiler desde junio. "Quiero presionar a los servicios sociales", declara.

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En la fachada blanca de una vivienda de la rue de la Laiterie, en el barrio francés de Capitou de Mandelieu-la-Napoule, un mensaje pintado en spray negro no pasa desapercibido: "Devuélveme mi casa, huelga de hambre". En la puerta del garaje, otro cartel reitera la misma consigna. Se trata de la protesta emprendida por Fabien S., un propietario de 58 años que, desesperado por la ocupación de su vivienda por parte de un inquilino que se niega a marcharse, ha optado por dejar de comer.
El origen del conflicto se remonta a junio de este año, cuando expiró el contrato de arrendamiento de un pequeño estudio de 30 metros cuadrados que Fabien llevaba alquilando durante más de una década a François P., también de 58 años y amigo personal. "Le informé hace quince meses. Quería recuperar este apartamento para albergar a un cuidador de mi madre de 88 años que es dependiente y vive a mi lado. Pero no se fue y no ha pagado el alquiler de 450 euros desde entonces", explica el propietario en declaraciones otorgadas al medio francés 'Nice-Matin'.
Lejos de resolverse por vías judiciales, Fabien ha decidido intensificar su protesta. Desde el pasado 11 de septiembre se mantiene en huelga de hambre. "Solo bebo agua y té. Perdí 3 kg. Tengo pantalones. Pero estoy listo para llegar hasta la hospitalización. Es un acto político. Quiero presionar a los servicios sociales para que le encuentren un lugar para vivir antes de las vacaciones de invierno", afirma, insistiendo en que no se trata de un problema económico, sino de principios: "Es una cuestión de ética, moralidad, respeto".
La situación ha captado la atención de la policía municipal, que acude regularmente para comprobar el estado de salud del propietario. "La situación puede ser peligrosa", advierte Guy, un amigo cercano, que apela a una solución urgente.
Mientras tanto, el inquilino reconoce haber permanecido ilegalmente en la vivienda, pero niega ser un ocupante: "No me fui porque no puedo. Pero no soy un okupa. He pagado todo el alquiler. Tengo una discapacidad desde 2016 debido a una afección discal y ya no puedo trabajar. He solicitado una vivienda social. Busco una solución".
Ambos hombres viven a escasos 200 metros el uno del otro. Su antigua amistad ha dado paso a una confrontación cargada de reproches y tensiones. Fabien, sin embargo, defiende su decisión con firmeza: "La huelga de hambre es un paliativo a la violencia. Lo odio. Con esta huelga de hambre, siento que estoy recuperando el control de la situación".
La okupación sube un 7 % en España, pero solo afecta al 0,05 % de las viviendas
La okupación de viviendas volvió a crecer en España en 2024, con más de 16.400 denuncias, según datos del Ministerio del Interior. Aunque el número de casos sube un 7,4 % respecto al año anterior, lo cierto es que apenas el 0,05 % del parque inmobiliario se ve afectado, muy lejos de la alarma social que se percibe.
Cataluña concentra casi la mitad de los casos, seguida de Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid. Sin embargo, la mayoría de estas okupaciones no se producen en viviendas habituales, sino en pisos vacíos o propiedad de bancos y fondos.
La lentitud de los procedimientos judiciales, la presencia de personas vulnerables y el fenómeno creciente de la "inquiokupación" , inquilinos que dejan de pagar pero no se van, como en el caso expuesto en esta noticia, están poniendo a prueba tanto a los propietarios como a los servicios sociales.
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