Un niño de Zimbabue

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UNA HISTORIA CON FINAL FELIZ

Un bebé encuentra un hogar en Zimbabue con ayuda española

Rafael nació el 24 de mayo de 2016; su madre murió de sida, su padre es discapacitado y no tenía familiares que pudieran hacerse cargo de él. Sufría una "malnutrición tremenda", pero gracias a Manos Unidas ha encontrado un hogar de acogida.

Rafael es un bebé que llegó el pasado mes de noviembre al hogar del Amanecer para niños en situaciones de vulnerabilidad, ubicado en la localidad de Binga, en Zimbabue, y que cuenta con el apoyo de la ONG española Manos Unidas.

La misionera de las Hijas del Calvario, María Dolores Pérez Carrasquilla, ofrece detalles sobre este proyecto en una entrevista concedida durante su visita a España para colaborar con la campaña anual contra el hambre de Manos Unidas, con el lema 'El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida'.

El pequeño Rafael nació el 24 de mayo de 2016; su madre murió de sida, su padre es discapacitado y no tenía familiares que pudieran hacerse cargo de él, por lo que fue remitido a la casa de acogida del Amanecer por el Gobierno de Zimbabue, a través de los servicios sociales.

Al principio, Rafael sufría una "malnutrición tremenda" y tenía dificultades para asimilar el contenido de sus biberones, pero en tres meses ha ganado peso, explica Pérez Carrasquilla. El hogar del Amanecer, que se puso en marcha en 2014, acoge actualmente a dieciséis niños con edades comprendidas entre los ocho meses y los diecisiete años, aunque tiene capacidad para albergar a otros diez menores más.

"Hay historias muy tristes", reconoce la religiosa, quien destaca la importancia del "trabajo de acompañamiento de los menores para que superen los traumas que tienen y se encuentren felices entre nosotros". Pérez Carrasquilla, cordobesa de setenta años, lleva en Zimbabue desde 1982, aunque fue consejera provincial en España entre 1999 y 2004.

Uno de sus primeros destinos fue el hospital de Kariyangwe, donde trabajó como enfermera matrona y directora durante una década y donde la tribu tonga le dio el nombre de "muembe", que significa pájaro, por la rapidez con la que se desplazaba con su bicicleta.

"Aprendí mucho de la gente. Me lo ha enseñado todo. Yo sabía inglés, era enfermera y era matrona, pero no conocía las enfermedades tropicales, ni su cultura, ni sus tradiciones, ni su lengua", precisa. La tribu tonga es "la más primitiva del país. Son gente con un corazón muy grande, generosa y pobre. Viven de la agricultura, que depende de la lluvia. Si llueve, hay comida y si no llueve, hay hambre", lamenta.

Agradece el apoyo económico que le ha proporcionado Manos Unidas para financiar distintos proyectos de cooperación en Zimbabue con el objetivo de que "la gente viva de una forma digna" en una diócesis donde solo hay un diez por ciento de católicos y la mayoría son animistas.

"Cuando veo que en España se tira la comida, se me parte el alma. Cuando leo que un tercio de los alimentos van a la basura, me pregunto cómo puede ocurrir esto cuando hay tantos niños en Zimbabue que van a la escuela sin comer", confiesa.

La localidad de Binga lleva dos años de sequía, aunque este año se han registrado precipitaciones, y la gente solo come una vez al día, según la misionera, quien subraya "la gran paradoja: los que no tienen alimentos, luchan por comer y los que tienen alimentos, quieren adelgazar". Ante esta situación, hace un llamamiento a "abrir los corazones, ver otras realidades y ser solidarios", al tiempo que recuerda que Manos Unidas no mira ni la raza, ni el color, ni la religión, sino que solamente atiende a las necesidades de la gente.

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