Búsqueda submarino

Así es el robot que busca al submarino del Titanic, muy similar al que bajó al Villa de Pitanxo

Este dispositivo localizó los restos del Villa de Pitanxo y su peso varía en función de su flotabilidad.

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Continúa la búsqueda desesperada del Titan, el submarino en el que viajaban cinco tripulantes para ver los restos del Titanic a casi 4.000 metros de profundidad. Hasta allí es capaz de bajar el robot del Ártabro, el buque que hace dos semanas localizó los restos del Villa de Pitanxo en aguas de Terranova. Un robot de características similares al que se encuentra buscando sin descanso el sumergible.

Ya han pasado cinco días desde que se perdió la señal del submarino del Titanic. La profundidad en la que está el buque, la presión es insoportable y las temperaturas bajísimas. Hasta ese punto pocos son los robots marinos que pueden acceder. Uno de ellos es el Víctor 6000, que se encuentra ya en la zona y que tiene unas características similares al robot que hace dos semanas encontraba los restos del Villa de Pitanxo.

El buque gallego también desapareció en aguas de Terranova. El dispositivo, como apunta Jesús Aramburu, de la empresa ACMS, “es capaz de estar cinco o seis días, hasta que tenga una avería, buscando, sumergido debajo del agua”. Algo que es clave para dar con el Titan lo antes posible, porque el oxígeno en el interior del habitáculo ya se habría terminado.

“Se le pueden colocar las cámaras que uno quiera, luces, sónar…”, apunta Jesús Aramburu. Su peso en tierra es de unas siete toneladas. Cuando lo sumergen, cambian los pesos para variar su flotabilidad. Este robot fue construido en 2008 en América y lo manejan dos personas desde el propio buque, realizando guardias de 12 horas. Lo más importante ahora es que realmente ayude a dar con el Titan.

En las últimas horas, la Guardia Costera de Estados Unidos ha informado de que se han encontrado restos materiales en la zona de búsqueda del submarino. En la zona se han desplegado barcos, aviones, helicópteros y robots marinos. Un operativo cuyo coste puede alcanzar los más de 6 millones de euros para rastrear un área similar a la de toda la Comunidad Valenciana.

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