Asalto en Brasil

1.500 detenidos por los disturbios en Brasil esperan a que el país decida qué hacer con ellos

De los primeros 300 detenidos, arrestados durante el asalto, 4 han ingresado en prisión preventiva.

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Los 1.500 detenidos en los autobuses durante estas 24 horas privados de libertad han sido interrogados y sus teléfonos, revisados. Se encuentran en el gimnasio de la Academia Nacional de la Policía Federal.

A través de redes sociales ellos mismos han difundido vídeos en los que muestran las condiciones en las que han sido mantenidos que, según dicen, son indignas. Se les ve hacinados en el gimnasio junto a bolsas, maletas y sacos de dormir e, incluso, aseguran que una mujer ha muerto como consecuencia de las circunstancias en las que se encuentran. Pueden tener acceso a sus móviles porque están detenidos, pero no arrestados.

En otros vídeos se observa la presencia de menores entre los recluidos en el edificio y se denuncia que los detenidos no tienen acceso a comida ni agua en lo que han calificado como 'los campos de concentración de Brasil'.

En libertad por cuestiones humanitarias

Finalmente, unos 600 detenidos han sido trasladados a la estación de autobuses. Quedan libres "por cuestiones humanitarias", según la Policía Federal.

Alenxandre De Moraes, ministro del Supremo Tribunal Federal de Brasil, ha manifestado que las detenciones de los seguidores de Bolsonaro están enmarcadas en la Ley Antiterrorista que prevé penas de 12 a 30 años de prisión, y que sus delitos deben ser considerados contra el Estado Democrático, cuyas penas van desde los 4 hasta los 12 años de cárcel.

También se ha decretado una orden de detención para el que fuera ministro de justicia de Bolsonaro, Anderson Torres que como el expresidente se encuentra en Florida. Entre los arrestos relacionados con la toma de las instituciones en Brasilia se encuentra el comandante que dirigía ese día el operativo desplegado por la Policía Militar.

Por su parte Jair Bolsonaro asegura que tiene intención de adelantar su vuelta a Brasil. El expresidente se encuentra aún en Florida, donde pensaba quedarse al menos hasta finales de enero. El lunes, justo el día siguiente al ataque de sus seguidores en Brasilia, fue ingresado en un hospital por fuertes dolores abdominales.

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