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ELECCIONES EN BRASIL | VOTO PORALIZADO

La crisis económica y la corrupción marcan las elecciones en Brasil

De país emergente, a la recesión. Sumergido en una crisis económica, Brasil ha doblado en dos años su tasa de paro, hasta el 12%, aunque sigue siendo la mayor economía de América Latina. Más de 23 millones son pobres y la violencia continúa su escalada. De los 13 candidatos que concurren a estas elecciones -once hombres y dos mujeres-, dos son los favoritos: el ultraderechista Jair Bolsonaro y el 'delfín de Lula', Fernando Haddad representando al Partido de los Trabajadores.

Los colegios electorales de Brasil han abierto sus puertas para la celebración de los comicios presidenciales, legislativos y regionales, los más imprevisibles en las dos últimas décadas y para los que están convocados 147,3 millones de votantes.

Además de un nuevo presidente, los brasileños elegirán a los gobernadores de los 27 estados del país, dos tercios del Senado y a los 513 diputados federales, y renovarán los legislativos regionales.

Los electores, el 70,6% de los 208,5 millones de habitantes del país, podrán ejercer su derecho al voto en los 5.570 municipios de todo el territorio y en 171 localidades en el exterior.

Los cerca de 450.000 centros de votación instalados en el país abrieron a las 08.00 horas (11.00 GMT) y funcionarán hasta las 17.00 (20.00 GMT) aunque, por los diversos husos horarios que existen en el extenso territorio brasileño, en los estados del oeste cerrarán dos horas después.

Las elecciones más imprevisibles, caracterizadas por un clima de radicalización y polarización

El apuñalamiento del candidato ultraderechista, Jair Bolsonaro, y la sombre de Lula da Silva, encarcelado por delitos de corrupción, han hecho de la campaña electoral la más turbulenta de los últimos años en Brasil. Con la intención de voto polarizada entre Bolsonaro y Fernando Haddad, el hombre de Lula, la incertidumbre aumenta.

En el último debate en televisión, celebrado el jueves, los candidatos criticaron esa polarización que divide al país. Era su última oportunidad para exponer sus propuestas en televisión, ya que no pueden seguir haciendo campaña en los medios, y los candidatos instaron a los electores a no votar motivados por el odio.

La más clara en exponer la radicalización fue la ecologista Marina Silva, tercera candidata más votada en las dos últimas elecciones presidenciales, y quien afirmó que la mitad de los electores quiere votar por odio a Bolsonaro y la otra mitad por odio al Partido de los Trabajadores (PT), la formación de Haddad.

"Si permanece ese ambiente de miedo a Bolsonaro, de miedo a Haddad, de rabia de uno u otro, Brasil vivirá los próximos cuatro años una situación de completa inestabilidad económica, política y social", afirmó.

Según las encuestas, el ultraderechista y el socialista serán los dos más votados el domingo, pero, como ninguno conseguirá más de la mitad de los votos, tendrán que medirse en una segunda vuelta, en la que están técnicamente empatados en intención de voto.

El fantasma de la crisis económica y la lucha contra la corrupción son los dos retos principales que marcan estas decisivas elecciones en Brasil. Es la primera vez que los favoritos tienen tan poco apoyo popular. Los brasileños desconfían de sus políticos, salpicados por los continuos casos de corrupción.

Algunos expertos califican esta campaña electoral como la "más turbulenta de la historia" en el país. Carlos Malamud, investigador del Real Instituto Elcano, dice que "Brasil siempre ha sido un país de futuro pero cuando parece que lo alcanza tiene que volver a empezar".

"se alzará con el triunfo aquel candidato que provoque menos rechazo"

Para Malamud en estas elecciones "se alzará con el triunfo aquel candidato que provoque menos rechazo", porque paradójicamente quien cuenta con más respaldo popular es Lula da Silva. Las encuestas le daban un 40%. El mismo hombre que entre 2003 y 2010 lideró Brasil durante su mayor apogeo económico y social, sacó a millones de personas del umbral de la pobreza y robusteció el sistema judicial ha sido estos días la peor pesadilla de este último.

Al ser encarcelado por corrupción, el antiguo presidente fue inhabilitado tres semanas antes de la campaña. Si la idea era que la increíble odisea judicial de Lula opacase al resto de los candidatos para ponérselo fácil a Haddad, dio resultado. Aquel martes, 11 de septiembre, Haddad tenía un 8% de la intención de voto. Una semana después, su apoyo electoral se había disparado a entre un 16% y 19%, y había alcanzado el segundo lugar en los sondeos.

En total, 147 millones de brasileños tienen derecho al voto y más de la mitad son mujeres. Muchas se han lanzado a la calle en más de 60 ciudades brasileñas en contra del perfil xenófobo y machista del candidato ultraderechista Bolsonaro. Ellas serán la clave de las elecciones más inciertas de Brasil.

Seguridad reforzada para estos comicios

Las elecciones se celebrarán con la seguridad reforzada por el Ejército en 513 de los 5.570 municipios del Brasil, ubicados en 11 de los 27 estados brasileño, en su mayoría en la región amazónica y en el empobrecido nordeste, pero también en Río de Janeiro, en donde una creciente ola de violencia obligó al Gobierno a determinar una intervención militar en la seguridad.

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