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'TRAS EL COMANDO'

Un testigo del atropello en Las Ramblas: "Un señor le pegó un puñetazo al terrorista, entonces reaccioné y me puse a correr tras él"

La tarde de los atentados, Las Ramblas estaban llenas de familias que paseaban con los niños. Allí decenas de personas vieron cómo una furgoneta entró a toda velocidad: "Se lo llevó todo por delante, a esas personas les pilló de improvisto".

El 17 de agosto de 2017, cuando se produjeron los atentados de Las Ramblas y Cambrils, el centro de Barcelona estaba lleno de niños y familias que paseaban y disfrutaban de una tarde soleada de verano.

Óscar Cano es un taxista que estuvo en el momento del atentado en Las Ramblas. "Tenía la furgoneta detrás y cuando giré para cobrar, la furgoneta se subió a la acera y aceleró al máximo. Ahí me di cuenta de que era un atentado, le dije a mi cliente que se bajara rápido y no pagara la carrera", relata.

Este taxista es el primer testigo que sitúa al terrorista al principio de Las Ramblas: "Se lo llevó todo por delante, a esas personas les pilló de improvisto", asegura.

Las cámaras de videovigilancia recogen los primeros instantes del atentado y el momento en el que la furgoneta atropella a decenas de personas. "Al ver que es una furgoneta, te quedas diciendo que no es real", dice Carlos, otro testigo que estaba en Las Ramblas. "Cuando quedó despejado vimos gente tirada por el suelo, gente herida y mi primera reacción fue ir a ayudar a la gente", asegura Carlos, que grabó los primeros momentos tras la masacre con su móvil.

También fue testigo de lo ocurrido David, un fotógrafo que estaba trabajando con una compañera a 200 metros de La Ramblas. "Traté de sacar una imagen lo menos hiriente posible para que la humanidad supiera lo que estaba pasando en mis Ramblas", dice David, cuya fotografía fue portada de toda la prensa internacional el día siguiente de los atentados.

En Las Ramblas también estaban los Ouabi. Una familia de Cornellá que fue al centro con unos parientes que acababan de llegar de Francia. La furgoneta atropelló a todos los miembros de esta familia de musulmanes.

Youssef El Ouabi, familiar de una víctima asegura que "el corán dice que quien mata a una persona es matar a la humanidad".

Tras el atropello, la furgoneta se paró en un punto de Las Ramblas. Allí estaba Omar, un testigo cuya declaración fue clave para la Policía, pues ofreció la primera descripción de Younes Abouyaaqoub, a quien tuvo muy cerca. "Estaba mirando paralizado con las manos en el volante. Tenía la mirada perdida, fija pero no reaccionaba. Fue un momento muy largo", asegura Omar, que explica que unos segundos después, el terrorista "reaccionó intentando abrir la puerta" y tras salir, "se encontró con un señor que le pegó un puñetazo. El terrorista cayó al suelo, reaccioné y me puse a correr detrás de él a ver si lo pillaba", cuenta, aunque asegura que lo perdió de visto porque había mucha gente.

Younes Abouyaaqoub huyó por el mercado de la Boquería. Allí el pánico provocó la huida de los turistas, en cuyos rostros se podía apreciar el terror.

Precisamente, en ese mercado, una joven que grababa con su móvil se cruzó con el terrorista, quien al ser preguntado sobre qué estaba pasando, le contestó "no sé, eso está pasando por ahí".

Neus, la joven que grabó a Younes Abouyaaqoub cuenta que "después de ver las imágenes te das cuenta de la frialdad de esa persona por lo que acaba de hacer, del pánico que ha habido y que él va andando tranquilamente sin acelerar el paso. A mi me pilló sola en un pasillo, de hecho luego mató a un chico y te paras a pensar y sabes que has tenido suerte".

Tras la huida de Abouyaaqoub el centro de Barcelona se blindó. Allí nadie podía entrar ni salir porque el terrorista se había escapado y todavía no sabían si seguía en la zona. Los vecinos se encerraron en sus casas y los turistas buscaron refugio en los bares más cercanos.

Precisamente en un bar de Las Ramblas se dio cobijo a unas 90 personas. "Mi director me dijo que dieramos a la gente cualquier cosa que pidieran", asegura Guardeep Singh, camarero del restaurante.

Tras cinco horas y media de encierro, los agentes sacaron a la gente y pasaron por un cordón policial donde les grababan las caras.

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