Han pasado apenas 100 horas desde que Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso se reunían en la sede de la Comunidad de Madrid. Se pretendía poner fin al choque permanente, para sumar esfuerzos y que Madrid pueda frenar la expansión del coronavirus.
Tres palabras definían este encuentro: espacio de colaboración. Sin embargo, ese espacio ha derivado, solo cuatro días después, en un choque todavía más intenso.
A las 12 del mediodía estaba convocada la comparecencia del viceconsejero de Sanidad autonómico, Antonio Zapatero, para anunciar las nuevas medidas en Madrid contra el coronavirus. Lo que no estaba previsto era que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, convocara sin aviso previo otra rueda de prensa a esa misma hora, y en el Palacio de La Moncloa, para manifestar en público su desacuerdo con lo que anunciaba en ese mismo momento la Comunidad de Madrid.
Esas dos comparecencias han dejado en evidencia que, después de cuatro días de diálogo, nadie se ha movido de su posición inicial. La Comunidad de Madrid se niega a confinar la capital, y el gobierno central solo acepta cerrar Madrid.
Y, con esta posturas inamovibles, la Comunidad de Madrid ha optado por sumar ocho nuevas áreas de salud a las anteriores, sumando ya 45 en total. La propuesta del Ministerio de Sanidad era confinar la capital al completo, y aplicar esas medidas a todas las localidades que tengan más de 500 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.
Eso afectaría prácticamente a todas las localidades que rodean la capital. El gobierno madrileño se queja de que el gobierno central no aplica la misma exigencia a otra comunidades. Por ejemplo, Navarra supera los 600 contagios por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.
Desde el gobierno central consideran, sin embargo, que las circunstancias de Madrid son muy específicas.