El PPdeG ha sido el partido predominante en el poder en Galicia desde los primeros comicios autonómicos, celebrados en 1981, cuando la formación entonces denominada Alianza Popular derrotó a la UCD, cuyo candidato y presidente preautonómico, José Quiroga, quedó marcado por su desafortunada frase: "Que UCD pierda la mayoría sería casi como cambiar el rumbo del Amazonas".
Diez elecciones autonómicas se han celebrado desde entonces y todas y cada una de ellas han sido ganadas por el PPdeG -o su partido matriz, Alianza Popular (AP)-, lo que no siempre le ha reportado, sin embargo, el poder en San Caetano, sede institucional del gobierno gallego.
La primera vez que el PPdeG estuvo fuera del poder fue durante la segunda legislatura (entre septiembre de 1987 y febrero de 1990), cuando una moción de censura encabezada por el socialista Fernando González Laxe apartó a Xerardo Fernández Albor de la Presidencia de la Xunta.
En diciembre de 1989, la candidatura de Alianza Popular encabezada por Manuel Fraga logró la primera de sus cuatro mayorías absolutas (le siguieron otras, ya al frente del PP, en 1993, 1997 y 2001), el mismo récord que persigue el presidente de la Xunta y candidato del PP a la reelección en 2020: Alberto Núñez Feijóo.
Fraga ganaría de nuevo las elecciones en 2005, sin embargo, se quedó a un diputado de lograr su quinta mayoría absoluta y la coalición encabezada de nuevo por un socialista, Emilio Pérez Touriño, junto con el BNG, se hizo con la Presidencia desde agosto de 2005 hasta abril de 2009.
Entre ambas fuerzas sumaron el 51 por ciento de los sufragios y más de cien mil votos más que el veterano político gallego.
Si la entonces denominada Alianza Popular de Xerardo Fernández Albor consiguió contra todo pronóstico el triunfo en 1981, no menos sorprendente fue en 2009 la victoria de nuevo del PPdeG, con Alberto Núñez Feijóo al frente, un funcionario de la administración autonómica que había hecho carrera en Madrid en puestos técnicos en los gobiernos de José María Aznar, primero al frente del Insalud y posteriormente de Correos.
Tras renunciar, entre otros cargos, a ser consejero de Sanidad de Madrid con Esperanza Aguirre, el actual presidente gallego aterrizó de nuevo en la política autonómica en 2003, tras una crisis de gobierno que acabó con la carrera política del entonces todopoderoso José Cuíña.
En 2020, quince años después de que Fraga y el PP quedasen apeados del poder en el que llevaban 16 años, otro popular, Alberto Núñez Feijóo, aspira a lograr su cuarta mayoría absoluta el próximo 12 de julio, lo que llevaría a su partido (PP) a los 37 años en el poder (de los 43 de autonomía), algo prácticamente inédito en la política española y europea.
Pero al igual que en 2005, los distintos partidos de izquierdas con opciones de entrar en el Parlamento gallego en esta ocasión -PSdeG, Galicia en Común-Anova y BNG- sueñan con lograr un resultado similar al de aquel año -sumar al menos 38 diputados entre las tres fuerzas- que les permita colocar a uno de sus representantes al frente del Gobierno gallego.
Los distintos comicios celebrados a lo largo de 2019 en Galicia -dos elecciones generales, unas municipales y unas europeas- han dejado la sensación de que tienen al alcance de la mano lograr ese objetivo, ya que tanto en las generales como en las municipales han conseguido -en conjunto- superar el 50 por ciento de sufragios.
Estas formaciones tienen su base electoral más sólida en las siete ciudades y en las quince villas medias -entre 20 y 50 mil habitantes- ya que esos 22 municipios de los 313 que conforman Galicia concentran más de la mitad de la población gallega
El próximo 12 de julio están llamados a votar 2.697.315 gallegos, 2.190 menos que en la convocatoria frustrada del pasado 5 de abril por la crisis causada por el coronavirus.
Sin embargo, a pesar de haber menos electores que el pasado 5 de abril, las personas que lo podrán hacer por primera vez, por haber cumplido 18 años desde los últimos comicios (2016), se han incrementado en 5.539 electores y suman 78.504, frente a los 72.964 que estaba previsto que pudieran hacerlo por primera vez en abril.
También aumenta ligeramente el número de electores residentes en el extranjero (720 más), que siguen representando uno de cada seis y que suman en total 463.163 gallegos, si bien el voto exterior, rodeado de polémicas y acusaciones por la dificultad de ejercerlo, ha sido prácticamente irrelevante en los últimos años dada su escasa participación. En 2016 apenas llegó al 2 por ciento.
En estas elecciones autonómicas el PP ha decidido concurrir también en solitario por decisión de su líder, Alberto Núñez Feijóo, que declinó ya en febrero la oferta de ir coaligado con Ciudadanos, partido prácticamente irrelevante en Galicia, donde tiene 34 concejales en total, pese a las presiones tanto de Inés Arrimadas como de las preferencias de Pablo Casado.
Por su parte, las fuerzas de izquierdas que aspiran a sumar para desbancar al PP de la Xunta tienen bien aprendida la lección de 2009, cuando comprobaron que sumar más en votos y en porcentaje que el rival no siempre es suficiente para llegar al poder.
En aquella ocasión, todas las encuestas, salvo una en los últimos días de campaña que abría una posibilidad a una mayoría absoluta del PP, hasta entonces descartada, daban por ganadora de nuevo a la coalición gobernante de PSdeG y BNG.
Y si bien en votos totales y en porcentaje fue así, con un 47,03 % de sufragios para la suma de socialistas y nacionalistas por un 46,68 % para el PPdeG, que obtuvo 5.700 votos menos que los partidos gobernantes conjuntamente, el reparto electoral de escaños -con uno menos para el BNG frente a 2005- dio la victoria a la formación de Alberto Núñez Feijóo, que logró 38 actas por las 37 de PSdeG y BNG.
En octubre de 2012 el PPdeG mantuvo el poder, esta vez sí, con un 45,79 % y 16.500 votos más que la suma de PSdeG, AGE (Esquerda Unida y Anova) y BNG, que se quedaron en el 44,62 por ciento.
Pese a perder 130.000 votos, el PPdeG revalidó y amplió su mayoría absoluta, que pasó de 38 a 41 diputados de un total de 75.
Situación similar ocurrió en septiembre de 2016, cuando Núñez Feijóo conquistó por tercera vez la Xunta, con un 47,56 por ciento de los votos, que volvió a reportar a su formación 41 diputados.
La suma de En Marea -partido instrumental formado y apoyado por las denominadas mareas municipalistas, Anova, Esquerda Unida y Podemos, entre otros, que logró ser segunda fuerza- más PSdeG y BNG se quedó en el 45,27 por ciento y obtuvo casi 34.000 votos menos.
Está por ver el efecto de la gestión de la crisis del coronavirus en las urnas y si pasa factura al presidente gallego y al PP, que en 2012 consiguió resistir en el poder en medio de una crisis económica que se había llevado por delante a gobiernos de todo signo en toda Europa.