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Turismo

La UE teme el golpe económico que pueden suponer las restricciones al turismo para países como España

La UE pide a sus socios que limiten las restricciones impuestas al turismo por miedo a las pérdidas económicas, que estas pueden suponer en países como España.

Las prohibiciones y advertencias sobre los viajes de ciudadanos a algunos países europeos están provocando un gravísimo problema financiero, especialmente a países cuya economía depende del turismo, como es el caso de España.

La UE se muestra temerosa ante la crisis que se está generando. Por eso, ha fijado unos criterios muy exigentes para el cierre de fronteras y ha reclamado a los socios y al Reino Unido limitar estas restricciones, imponiéndolas sólo en circunstancias excepcionales.

Por ejemplo, las restricciones británicas han hecho que los pasajeros de este país tengan que volver precipitadamente a sus ciudades de origen después de la cuarentena impuesta por su gobierno para los que vengan de países como Francia o España. "Países como Alemania dan una semana para regresar. Eso es más razonable", declara un ciudadano inglés.

Reino Unido es uno de los países que más medidas restrictivas le está poniendo al turismo internacional. Su gobierno sólo permite viajar a apenas a 60 de los 194 países del mundo.

Pero los británicos no son los únicos que imponen este tipo de restricciones: Noruega, Islandia, Países Bajos, Finlandia o Dinamarca también ponen cada vez más trabas para desplazarse. Otros muchos como Italia imponen registros y pruebas de PCR.

Las medidas inquietan en Bruselas

La histórica caída del PIB hace temer a la Comisión Europea que este fenómeno ahogue aún más la delicada situación por la que atraviesa el Viejo Continente. Lejos quedan ahora las ilusiones puestas en la campaña 'Reabrir la UE', que arrancó el 15 de junio con el fin de relanzar la economía.

Además, ha trascendido el contenido de una carta del pasado 7 de agosto enviada a los Veintisiete y al Reino Unido, en la que el Ejecutivo comunitario pide limitar los viajes a regiones o ciudades concretas, y no a países enteros, sólo cuando exista un riesgo real para la salud pública. En el texto también se sugiere que la decisión de cerrar una frontera no debería basarse sólo en los casos por habitante, sino en el número de test que se realicen y en la tasa de positivos.