Reserva con sanción

Un peluquería coruñesa penaliza a los clientes que no se presentan: "Sufríamos hasta tres ausencias al día sin explicación"

Las inesistencias provocaban decenas de huecos perdidos y una lista de espera cada vez más larga. Ahora, los trabajadores están más organizados y los clientes comprometidos no pierden su tiempo.

Imagen de un hombre cortándose el pelo en Roto Hair Studio.

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En A Coruña, la peluquería Roto Hair Studio ha decidido dejar atrás las medias tintas. Desde hace un año, el local ubicado en la calle San Andrés ha implementado un sistema de reserva con sanción: si el cliente no cancela su cita con antelación y no se presenta, se le cobra igualmente el importe del servicio.

La medida, según explican desde el establecimiento, ha supuesto una mejora notable en su organización y en la experiencia para quienes sí cumplen.

Javier Fernández, copropietario del negocio, explica que la decisión surgió ante el creciente número de inasistencias. "Teníamos una media de tres personas al día que no venían ni avisaban. Si lo multiplicas por un mes, son decenas de huecos perdidos y una lista de espera cada vez más larga para los clientes de siempre", detalla.

Para poner fin a esta dinámica, comenzaron a trabajar con una aplicación que permite al cliente reservar online y dejar registrada su tarjeta bancaria. "No se cobra nada en el momento de reservar", explica Javier. "El dinero queda como un depósito, y solo se retira si el cliente no aparece y no avisa".

Antes de esta política, intentaron un enfoque más amable: contactar con quienes no acudían y pedirles que abonaran el servicio perdido si querían volver a reservar. Pero no funcionó. "Muy pocos accedían a pagar después. La gente no se siente obligada si no hay una norma clara desde el principio", comenta el peluquero.

Un año después, la medida parece haber dado resultado. El 90 % de los usuarios acepta el sistema sin problema. "Lo importante es que ahora podemos gestionar mejor nuestro tiempo y dar citas a quienes realmente las necesitan", añade Javier.

Uno de los cambios más significativos ha sido dejar de aceptar reservas telefónicas, salvo en casos muy concretos. "Hemos comprobado que las personas que reservan por teléfono son las que más fallan. Así que ahora solo lo permitimos para personas mayores que no usan aplicaciones y que ya conocemos de siempre".

Roi, cliente habitual del local, respalda totalmente la medida. "Es una peluquería con lista de espera. Me ha tocado esperar semanas para un corte. Me parece injusto que otros reserven y no se presenten. Con esta política, ganamos todos", dice.

Salimos a la calle para preguntar a los coruñeses qué opinan sobre esta práctica, cada vez más habitual en otros sectores como la hostelería. La mayoría de las personas consultadas apoya la medida. "Me parece bien que se cobre un depósito. Es tiempo perdido para el profesional", afirma una vecina. "En hoteles y restaurantes ya es habitual. No sabía que en peluquerías también se hace, pero tiene sentido", añade otro joven.

Eso sí, también hay quien discrepa. Una mujer nos comenta que le parece "excesivo". "Todo el mundo puede tener un imprevisto. A veces parece que todo se está volviendo demasiado rígido", apunta.

Javier reconoce que el sistema no es perfecto: si la tarjeta está caducada o no tiene fondos, el cargo no se puede ejecutar. En esos casos, se contacta al cliente para recordarle que debe abonar el importe si quiere volver a reservar. Aun así, asegura que los beneficios son claros.

"Estamos más organizados, los clientes comprometidos no pierden su tiempo y evitamos frustraciones. No es una penalización por castigar, es una medida de respeto por el tiempo de todos", concluye.

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