La sede del Banco Central Europeo en Fráncfort

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ANÁLISIS DE LA REVISTA DIRIGENTES

Los fiascos que vienen

Volatilidad y bancos centrales. Son los conceptos clave que han marcado un año en el que la realidad ha echado por tierra las previsiones de los más astutos analistas. Grecia, China, materias primas, tipos en negativo, políticas monetarias que no acaban de cuajar... un cóctel explosivo e impredecible para los inversores, que al menos cierran el ejercicio con la lección del famoso inversor Howard Marks bien aprendida: lo que más riesgo tiene del mundo es la creencia generalizada de que no hay riesgo.

Se conoce como 'dejá vu' a esa sensación de haber vivido algo antes de que ocurra. Y así fue como estrenaron 2015 los mercados financieros, envueltos en una nueva crisis de deuda griega que recordaba a la iniciada en 2010, y con los planes del Banco Central Europeo (BCE) para salvar la economía a base de nuevas compras de deuda ya descontados por el mercado desde hacía meses.

Sin duda alguna, el primer trimestre del año vino marcado por la euforia inversora ante este despliegue de medios de Mario Draghi, que el 9 de marzo comenzó las inyecciones de 60.000 millones de euros mensuales previstas hasta septiembre de 2016, rondando la cifra total del 'salvavidas' 1,14 billones de euros. Una cantidad que, pese a ayudar a mejorar algunos datos como la evolución del crédito, no ha cumplido con dos de sus objetivos principales: estimular el crecimiento (la economía en la Zona Euro creció un raquítico 0,2% en el tercer trimestre) y la inflación, que aún se sitúa muy lejos del objetivo del 2% establecido por el organismo monetario.

Aun así, la perspectiva del enorme esfuerzo de los bancos centrales desató la euforia en los mercados financieros, mucho antes de que los estímulos se pusieran en marcha a partir de ese 9 de marzo. Hasta aquella fecha, el simple anuncio del programa de quantitative easing (QE) del BCE ya había disparado la demanda de deuda soberana, a la vez que propiciaba la entrada de dinero en renta variable y desinflaba al euro a mínimos de 2003 frente al dólar.

La fortaleza del billete verde comenzaba a hacer temer justo en aquel momento una nueva crisis en los mercados emergentes, al estar muchas de estas economías y sus empresas endeudadas en dólares y ante la situación extrema de tener que hacer frente a esos pagos mientras sus propias monedas caían a plomo.

Euforia bursátil... solo al principio

En renta variable, las Bolsas europeas vivían un primer trimestre de euforia, con el parqué nacional acumulando subidas del 12%, el mejor arranque cosechado por el selectivo español desde 1998. Unas subidas que ponían fin a todo el potencial que los analistas habían anticipado para el Ibex 35 en el conjunto de 2015. O los expertos se habían quedado cortos o, como se comprobó después, los inversores debían prepararse para unos meses repletos de curvas. Y de las pronunciadas.

A pesar del riesgo que para el mercado suponía cada tira y afloja entre Grecia y la Troika (referéndum, "corralito" y tercer rescate incluidos), la renta variable era la gran apuesta de los expertos ante unos datos macro en Estados Unidos que, aunque debido al temporal de frío, sembraban las dudas sobre la evolución económica de la primera potencia del mundo. Por aquel entonces, todavía se pensaba que la Reserva Federal (Fed) llevaría a cabo la primera subida de tipos desde 2006 en verano.

"Grecia parecía haber quedado en un segundo plano y los inversores se movían al son de los vaivenes en las rentabilidades de la deuda", explican los analistas de Deutsche Bank. Y es cierto. Mientras los mercados de renta variable subían como la espuma, los inversores asistían atónitos a un movimiento muy pocas veces visto en los mercados de renta fija. El prolongado periodo de compra global de deuda por parte de los bancos centrales generó una demanda de bonos sin precedentes, empujando los precios hacia arriba y las tires a niveles extremadamente bajos. Los expertos de JP Morgan Asset Management recuerdan que el plan de expansión cuantitativa del BCE preveía comprar aproximadamente el 190% de las emisiones soberanas netas en la Zona Euro en 2015, "lo que indica que seguirá cayendo la oferta de bonos soberanos disponibles para los inversores. Esto, a su vez, probablemente rebajará aún más las rentabilidad".

Preparando carteras de inversión para 2016

Sea como fuere, de cara al año que viene Europa vuelve a ser la apuesta principal para los gestores. El apoyo de la autoridad monetaria como contrapeso de las incertidumbres que "rondan" a Estados Unidos y los emergentes, con China a la cabeza, vuelven a favorecer al Viejo Continente, aunque sin perder de vista el impacto que estos interrogantes (y los domésticos, ya sea el riesgo político, el escándalo de Volkswagen, la crisis de los refugiados…) tengan en los mercados.

Así, los expertos de Bank of America Merrill Lynch estiman que el crecimiento "será decente, pero no habrá más acelerones". Mientras desde Barclays advierten que los riesgos están "sesgados a la baja" tanto en este sentido, como en lo que respecta a la inflación. Ambas firmas coinciden al destacar la “resistencia” de la demanda doméstica y el soporte adicional que supondrán los estímulos de la autoridad monetaria.

Al mismo tiempo, el broker estadounidense añade: "Nuestras estimaciones dependen de la previsión de nuestros estrategas de divisas de que la paridad de euro y dólar se produzca en el primer trimestre del año que viene, lo que claramente depende de si la Fed se mueve en diciembre (...) si retrasa la primera subida de tipos y/o el cruce no se mueve mucho desde los niveles actuales, veremos que el crecimiento de 2016 será muy parecido al de 2015, sino menor".

Puede leer el reportaje completo en la revista DIRIGENTES del mes de diciembre.

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