Economía

El espeto, una tradición malagueña que lucha por sobrevivir

El oficio atraviesa una de sus crisis más silenciosas: cada vez son menos los que quieren ejercerlo.

espetos

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Muchas horas al sol, altas temperaturas, brasas encendidas y pocos o ningún fin de semana libre. Esa es la realidad de los espeteros, los profesionales que mantienen viva una de las tradiciones gastronómicas más icónicas del verano andaluz: el espeto de sardinas. En Málaga, donde esta receta es símbolo de identidad, cada vez cuesta más encontrar nuevas manos dispuestas a aprender y continuar este oficio.

El problema no es nuevo, pero se agrava con el paso del tiempo. Desde las asociaciones de hostelería alertan: la falta de relevo generacional está poniendo en riesgo la continuidad de una labor que requiere técnica, experiencia y, sobre todo, pasión. "No se trata solo de pinchar sardinas y ponerlas al fuego, hay un arte detrás", explican algunos espeteros veteranos a Antena 3 Noticias.

El trabajo, aunque gratificante para quienes lo aman, no resulta atractivo para los jóvenes. El calor del verano, la exigencia física y la falta de tiempo libre hacen que muchos opten por otras profesiones. "Antes los chavales querían aprender, hoy casi nadie se interesa", comenta Jesús Garrido, un espetero con más de 30 años de experiencia en los chiringuitos de la costa malagueña.

Desde el sector advierten que si no se toman medidas, este oficio puede desaparecer en pocos años. "No es solo un trabajo, es parte de nuestra cultura", explica Pedro Jiménez, espetero en la capital. "Pero cuesta muchísimo encontrar a alguien joven que quiera aprender. Es un trabajo muy duro".

Ante esta situación, algunos ayuntamientos y asociaciones han comenzado a promover talleres y cursos para formar a futuros espeteros, intentando transmitir los secretos de una técnica que no se enseña en libros, sino en la práctica diaria. Aún así, el resultado es lento y el relevo llega a cuentagotas. "Se necesita técnica, pero también mucha pasión", insisten los veteranos, que lamentan que el oficio no se valore lo suficiente.

El espeto no es solo una receta, es parte del paisaje, del olor a mar mezclado con leña, del sonido del fuego en la playa. Es cultura viva y emblema de los veranos en el litoral malagueño. Pero si no se actúa pronto, podría convertirse en una imagen del pasado.

A pesar de todo, algunos jóvenes valientes han dado el paso. Saben que no es fácil, pero también que ser espetero es formar parte de una historia que lleva siglos en las playas de Málaga. Una historia que, con apoyo y reconocimiento, aún puede seguir escribiéndose verano tras verano. Porque sin espeteros, no hay espetos. Y sin espetos, falta algo esencial en el verano malagueño.

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