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Los divorcios caen un 6% en España, pero no por amor: "Un 20% de las parejas sigue conviviendo porque no puede pagar otra casa"
El encarecimiento del alquiler y la falta de vivienda pública obligan a miles de familias a aplazar la separación. "Romper hoy es un lujo", resume una madre con dos hijos atrapada en la convivencia con su ex

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Las cifras oficiales reflejan una tendencia a la baja en los divorcios en España. Según los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial y del INE, las rupturas matrimoniales descendieron alrededor de un 6% en el último año disponible. Pero detrás de ese aparente retorno a la estabilidad familiar se esconde una realidad mucho menos romántica: muchas parejas no se separan porque no pueden permitírselo.
"La gente se separa menos porque no puede pagar dos casas", resume María López Santana, abogada y secretaria de la Federación Española para la Defensa de Personas Mayores. Desde su experiencia profesional, estima que una de cada cinco parejas mantiene la convivencia tras la ruptura por pura necesidad económica. "No hay vivienda disponible y la poca que hay está a precios inasumibles: 900 o 1.000 euros por un piso de dos habitaciones", explica.
Lucía es uno de esos casos que no aparecen en las estadísticas. Decidió separarse de su pareja en junio, pero seis meses después siguen viviendo bajo el mismo techo en Vigo. No por voluntad propia, sino porque no hay alternativa. "Con un sueldo de poco más de 1.200 euros y dos hijos pequeños no puedo pagar un alquiler nuevo", cuenta. Las fianzas, dos o tres meses por adelantado, son un muro infranqueable. "Entrar en un piso supone tener 3.000 euros. No los tengo".
La vivienda en la que residen es una excepción en el mercado actual: un alquiler antiguo de 360 euros mensuales. "Eso ya no existe. Es un unicornio", dice Lucía. Ninguno de los dos puede marcharse sin asumir un golpe económico imposible, y hacerlo implicaría, además, mover a los niños. Tiene un hijo de cinco años y una bebé de once meses. "No es coger e irte. Los niños tienen que comer, vestirse y tener un sitio digno donde vivir".
La convivencia forzada tras la ruptura tiene un alto coste emocional. "Depende del motivo de la separación, pero cuando es duro, la convivencia se vuelve muy complicada", explica. Especialmente por los hijos. "El mayor es consciente. Notan las tensiones, aunque intentes fingir normalidad".
Desde los despachos de abogados, esta situación se ha normalizado. "Cada mes atendemos nuevos casos de padres y madres que siguen viviendo juntos porque no pueden independizarse", señala López Santana. A ello se suma un cambio profundo en el modelo familiar. "La gente se separa ahora a los 40 o 45 años, cuando ya hay hijos y gastos estructurales. Pero las ayudas públicas siguen pensadas para menores de 35".
Las políticas de vivienda, denuncia la abogada, no responden a esta nueva realidad. "Las ayudas al alquiler de 200 o 250 euros no sirven cuando los precios no bajan de 900. Y fomentar la vivienda en zonas rurales no es una solución si tu trabajo está en la ciudad". El problema, insiste, no es la falta de casas, sino su uso. "Gran parte del parque disponible está destinado al turismo vacacional porque es más rentable. La vivienda se ha convertido en un negocio".
Lucía lo tiene claro cuando se le pregunta qué pediría a las administraciones: "Que asuman las fianzas o las eliminen en casos de separación con menores. Que haya alquileres adaptados a estas situaciones". Porque mientras el proceso judicial avanza lentamente, ella sigue compartiendo casa con la persona de la que se quiere separar.
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