Vivienda

Compartir piso en la vejez: "Es un piso de estudiantes, pero de gente mayor"

Llars Horitzó ofrece vivienda asequible a personas mayores que no pueden permitirse pagar un alquiler por sí solas.

Compartir en la vejez

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Compartir vivienda en edades avanzadas empieza a ser una necesidad. Los pisos son muy caros, especialmente en las grandes ciudades, y lo que reciben de pensión no les permite vivir solos. Por ejemplo, en Barcelona, alquilar un piso cuesta, de media, 1.200 euros. Ante esta realidad, ya existen fundaciones sin ánimo de lucro que ofrecen vivienda social.

Joana, de 78 años, nos enseña el piso que comparte con otras personas de su edad. Explica que cada residente tiene su propia habitación con baño privado, y que comparten zonas comunes como la cocina y el comedor. Incluso cuentan con varias terrazas y espacios para celebrar fiestas. Convive con Joan, de 79 años, quien lleva cinco años viviendo en este edificio de Badalona.

Comenta que al principio puede resultar difícil compartir piso a esta edad: "Te encuentras con siete personas que no se conocen de nada. Puede haber algún pequeño roce". Sin embargo, con el tiempo, se han convertido en una familia: "Es un piso de estudiantes, pero de gente mayor". Ambos reconocen que se vieron obligados a vivir bajo el mismo techo, ya que sus pensiones no les permitían afrontar un alquiler por separado.

Viven en Llars Horitzó, una antigua residencia de personas mayores rehabilitada y convertida en un espacio de 'cohousing' en 2020. Es un proyecto conjunto de la Fundación Legado Roca i Pi, Cáritas de Barcelona y la Fundación Amorós Garriga. Actualmente, acoge a 17 personas mayores totalmente autónomas, ofreciendo una solución habitacional a quienes no tienen ingresos suficientes para alquilar o comprar una vivienda.

Gala Larxé, educadora social de la Fundación Llars Compartides, destaca la importancia de que los residentes paguen un alquiler: "Ellos asumen el alquiler porque creemos que forma parte de su responsabilidad y también de su derecho. Es una manera de hacer ver que esta es su casa". Los inquilinos destinan el 30% de su pensión al alquiler, por lo que el precio varía según los ingresos de cada persona. De esta forma, pueden cubrir otras necesidades, no solo alimentarias, sino también disfrutar de actividades de ocio y socialización.

En este lugar han encontrado no solo un hogar asequible, sino también la libertad de vivir acompañados y con dignidad. Una alternativa necesaria frente a la crisis de la vivienda... y de la soledad.

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