Aranceles EE.UU

Cómo una lata de atún podría desencadenar una guerra comercial entre Tailandia y España

El país asiático podría desviar sus exportaciones en Estados Unidos hacia Europa debido a los aranceles, poniendo en riesgo el mercado español.

Fábrica de latas de atún en Tailandia

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La industria mundial del atún en lata se ha encontrado con un movimiento inesperado en el mercado internacional. Estados Unidos, primer importador mundial de productos pesqueros, ha decidido imponer un arancel del 19 % al atún en lata procedente de Tailandia, el principal proveedor en todo el planeta. Mientras tanto, España, que exporta dentro del paraguas de la Unión Europea, mantiene una tasa más baja del 15 %.

Este cambio podría suponer una oportunidad para que el atún español gane espacio en los tierras estadounidenses, pero también un riesgo si Tailandia, con costes de producción más bajos, decide desviar su producción hacia Europa.

"El arancel significa que cada lata tailandesa de atún que entra en EE. UU. cuesta un 19 % más. Esto encarece los productos tailandeses frente a sus competidores y los hace menos atractivos al lado de otros competidores o productores locales", explica el economista Ernesto Campos. Sin embargo, el experto señala que esto no es un gran inconveniente para el gigante asiático: "Tailandia aún puede ser competitiva gracias a sus costes de producción más bajos".

Arancel fijo

Hasta mediados de 2025, la situación era mucho más compleja. "EE. UU. tenía un sistema complicado, aranceles de solo el 6 % para atún en agua o salmuera, pero hasta el 35 % para el que venía en aceite. Finalmente, se pactó un arancel único del 19 % para Tailandia, bastante más bajo de lo que se temía al principio (llegó a hablarse de un 36 %), gracias a una negociación bastante ágil entre ambos países", explica Campos.

En términos prácticos, el cambio se traduce en un encarecimiento directo. Si antes se importaban 1.000 dólares en atún tailandés, ahora tendría un precio aproximado de 1.190 dólares. "Un aumento claro, pero sin ser dramático", recalca el economista. La decisión, además, llegó tras un repunte en las importaciones. "Antes de que se aplicara ese arancel, EE. UU. había comprado conscientemente más atún. Las importaciones de este producto crecieron un 18,5 % entre enero y junio, y solo las provenientes de Tailandia subieron un 19,8 % respecto al año anterior", revela Ernesto Campos.

El golpe existe, pero no es letal: "Aunque es un golpe para los exportadores tailandeses, los costes más bajos en Tailandia permiten que sigan compitiendo, el precio medio por tonelada tras el arancel podría rondar los 6.500 dólares, lo que sigue siendo similar a los de Vietnam o Ecuador".

La gran ventaja de Tailandia: producir más y más barato

La razón por la que Tailandia sigue siendo competitiva en el mercado a pesar de contar con un arancel más alto reside en la escala. "Tailandia produce muchísimo más, con mano de obra más barata y procesos optimizados, por eso les cuesta menos fabricar cada lata", señala Campos. El país asiático es líder indiscutible en este mercado, "en 2024, Tailandia fue el mayor exportador mundial, con casi 30 % del volumen global de atún enlatado, mientras que Ecuador en segundo lugar tenía cerca del 16 %. Esa escala le da unas ventajas brutales", agrega.

"Además están invirtiendo en automatización y estándares como halal o ESG que les ayudan a optimizar costes y abrir mercados premium" advierte, lo que añade a su posición ventajosa en el mercado, una apuesta estratégica por parte de los asiáticos. El contraste con España es evidente; mientras que en Tailandia "una fábrica tiene turnos sin parar, mano de obra más barata y mucha automatización", en España los costes de sueldos, electricidad y espacio industrial son más altos.

¿Oportunidad para España?

La pregunta clave es si esta decisión de Washington abre la puerta para que España gane terreno en Estados Unidos. Para Campos, la respuesta es afirmativa, pero con matices: "Sí, esto podría abrir una ventana, los atunes españoles podrían volverse relativamente más atractivos si el producto tailandés se encarece, de forma que podría ser una oportunidad siempre que el atún español se venda bien y llegue al mercado con buena historia de fondo. Pero el arancel acordado hace que el atún tailandés sea un poco más caro, con un precio estimado de exportación a EE. UU. de unos 6.500 dólares por tonelada, similar al precio proyectado para Vietnam (6.400) y Ecuador (6.600)".

Es decir, el margen de maniobra de España no reside en el precio que establezca para su exportación, sino del valor añadido que consiga otorgar a su producto. "Si España consigue posicionar un producto de calidad, con valores añadidos como sostenibilidad y trazabilidad, puede aprovechar esa oportunidad para ganar cuota en el mercado estadounidense. Eso sí, EE. UU. también puede apostar por atún nacional, así que la clave es diferenciarse claramente mediante valor, certificaciones, sabor, historial... No es tanto competir por precio, sino por valor añadido", asevera.

El riesgo de desviar la exportación a Europa

Sin embargo, ante esta tesitura, Tailandia podría optar por no cruzarse de brazos y, reaccionando ante este arancel del 19%, desvíe parte de su producción destinada a territorio estadounidense hacia el mercado europeo. "Podría ser un problemón, al entrar más atún barato, además al estilo ‘sálvese quien pueda’, haría que los precios bajaran, repercutiendo negativamente en la industria española", advierte Campos.

De hecho, ya existen voces que avisan sobre la posible jugada del país asiático. "Más oferta tailandesa barata en Europa marginaría a la industria local. Europêche (la asociación de organizaciones nacionales de empresas pesqueras en la Unión Europea), ya ha alertado de que se trata de un riesgo real, indicando que si se permite libre acceso, las flotas europeas se vuelven menos competitivas en precio y cuota de mercado, lo que podría llevar a recortes de empleo, menos inversión y un debilitamiento general de la industria atunera española", comenta.

¿Cómo puede reaccionar la UE?

Ante la amenaza de una entrada masiva de conservas tailandesas en el mercado, la Unión Europea no está indefensa. "Disponen de herramientas como medidas antidumping, salvaguardias y cuotas provisionales para defender industrias en riesgo. Si entra una avalancha de atún barato, se puede investigar y responder bajo normas de la Organización Mundial del Comercio", explica Campos.

A nivel nacional también existen mecanismos de apoyo. "En España, el Gobierno podría activar mecanismos financieros como el RED, o redirigir fondos europeos para ayudar a modernizar la industria y proteger empleos. Si se aplican bien esas estrategias, el impacto podría reducirse mucho". La clave, dice el economista, es que el sector logre adaptarse sin renunciar a lo que le da valor, asegurándose de que el producto nacional "no pierda calidad ni competitividad".

Certificaciones: el arma estratégica

En este contexto, diferenciarse del competidor es vital, ofreciendo un producto que, a ojos del comprador, resulte más atractivo en relación calidad/precio, es ahí donde entran las certificaciones: "Una lata con sello de pesca sostenible o comercio justo se vende mejor, incluso si cuesta más. Eso podría marcar la diferencia en EE. UU. y Europa, y a eso tiene que jugar España".

La ventaja no es solo de imagen. "Las certificaciones son el pasaporte a segmentos 'Premium': sirven para diferenciar tu producto, justificar precios más altos y conectar con consumidores concienciados. En mercados como EE. UU. y Europa, la pesca sostenible o el comercio justo abre puertas y mejora márgenes, especialmente frente a oferta más barata con menor valor añadido", asegura.

Por tanto, el camino a seguir por la industria española está bastante claro para Campos: "Jugar la carta de la calidad, presencia digital, contar con certificaciones, abrir más mercados, aliarse y unificar esfuerzos para bajar costes". En otras palabras, no se trata de entrar en una guerra de precios imposible de ganar contra gigantes como Tailandia, sino de reforzar lo que puede hacer único al atún español: calidad, sostenibilidad, tradición e innovación en la distribución.

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