Motor

Miguel Corredoira, adicto a las acrobacias en moto: "Piensan que estamos locos, pero es todo lo contrario"

El gallego es uno de los pocos pilotos profesionales de stunt que hay en España y asombra con sus trucos en las concentraciones moteras.

Publicidad

"Es una práctica libre, puedes hacer todas las figuras acrobáticas que te imagines con tu moto". Así define Miguel Corredoira González el stunt, su gran pasión sobre dos ruedas, todavía desconocida para muchos. A sus 37 años, este gallego es uno de los pocos pilotos profesionales de la modalidad que hay en España. En Galicia son solo tres, asegura, mientras que en todo el territorio nacional no pasan de los 25. Desde Poio (Pontevedra) se enamoró de las acrobacias en una concentración motera allá por 2015 y pronto se compró su primera moto modificada.

"Vi a un profesional en directo y dije 'esto es lo mío, el destino está escrito'"

Miguel Corredoira

"Al principio mi familia no quería ni que tuviera moto, pero al final uno hace lo que le gusta. Vi a un profesional en directo y dije 'esto es lo mío, el destino está escrito'", explica antes de ponerse el casco en un polígono industrial de Vilagarcía de Arousa, donde suele entrenar los fines de semana que no tiene espectáculos en agenda. Poco a poco fue ganando habilidades y fama, y ahora lo reclaman desde diferentes concentraciones a lo largo del año para disfrutar con sus trucos. Ejercicios como "los círculos sin manos, los invertidos o los drifts" son algunos de los más aplaudidos.

"La gente piensa que somos unos locos que van por la carretera, pero es todo lo contrario", aclara Miguel, convencido de que todavía existen muchos prejuicios contra esta práctica. "Lo hacemos en circuitos cerrados y con mucho control, sin acceso a otras personas. No ponemos en riesgo a nadie más que a nosotros mismos. El stunt requiere mucha técnica, concentración y disciplina", apunta.

Modificaciones especiales

Por supuesto, las motos de stunt deben contar con elementos añadidos para adaptarse a las exigentes maniobras. "Son motos de gran cilindrada, pero estas llevan protecciones laterales, estribos, un freno extra para controlarla desde otras posiciones, el depósito modificado para poder sentarse en determinadas acrobacias y una catalina con 65 dientes para que tenga más fuerza, cuando habitualmente son de 30", enumera el piloto.

Acaba de volver a los entrenamientos tras unas semanas inactivo y ya piensa en la próxima temporada de concentraciones, que vive su punto álgido en verano. Solo lamenta que no haya más patrocinadores y, sobre todo, lugares para entrenar. "Una gran ayuda sería un sitio habilitado, porque ahora estamos como escondidos", reclama, ya que "no es lo mismo poder practicar dos o tres días a la semana que irse a un polígono industrial cuando tienes un hueco", que para él suele ser "cada fin de semana", remata con una sonrisa y la complicidad de su mujer, su "gran apoyo".

Desde que es padre es más consciente, si cabe, de que practica "un deporte de alto riesgo", pero ha tenido la suerte de no padecer ninguna lesión grave ni fractura, como máximo "un esguince o rasguños" y promete seguir dando gas muchos años más. Los aficionados del stunt también lo seguirán celebrando.

Publicidad