Elegancia y herencia

Rauw Alejandro en Madrid: el 'Cosa nuestra tour' convierte el Movistar Arena en un teatro de Broadway

Rauw se despide de la ciudad con un espectáculo de cuatro actos en los que no daba tiempo a respirar entre hits y coreografías impecables. Madrid no ha vivido un show de música urbana así en mucho tiempo. Mafia, amor, sensualidad, salsa caribeña...y un elenco al más alto nivel.

El concierto de Rauw Alejandro en Madrid

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El primer fin de semana de julio, Madrid se acicalaba para tener una cita con la cultura puertorriqueña de la década de los 50, concretamente en Nueva York, gracias a Rauw Alejandro. Las calles al rededor del Movistar Arena se llenaban de chicas y chicos con apariencia elegante para la ocasión. Ellas con vestidos de satén, flecos, plumas, flores al cuello. Ellos vestían camisas, boinas, chaquetas de traje, todo acorde al dresscode que el cantate pedía para su Tour más cuidado.

El artista abría el último de sus tres conciertos en la capital, con un primer acto envuelto en una gabardina, escapando de un tiroteo de la mafia. La espectacular entrada ya era una demostración de lo que se iba a vivir allí el resto de la noche. Este lunes, Bajo las luces del Arena, Rauw Alejandro descendió como un cometa dorado sobre el escenario - que durante 2 horas y media fue el corazón de Nueva York-, donde no solo resonaron los acordes de su nuevo álbum Cosa Nuestra, sino también los ecos de una historia colectiva tejida entre calles de asfalto, ritmos caribeños y sueños de la diáspora boricua.

Rauw construyó una catedral musical de cuatro actos. No era un concierto: era un espectáculo cuidadosamente orquestado, una obra de teatro pop que flirteaba con la elegancia de West Side Story y el vértigo de un videoclip de Michael Jackson.

El público, fiel al código glamuroso del artista, se vistió para la ocasión como si entrara en una fiesta secreta de los años 70 con guiños futuristas. Y Rauw, figura luminosa con coreografías milimétricas y vestuario de alto voltaje, los llevó por un viaje donde la nostalgia y la vanguardia bailaron sin freno. Sonaron temas recientes como “Mil Mujeres” y “Revolú”, pero también viejos himnos como “Todo de Ti” o “Desesperados”, que hicieron vibrar hasta las vigas del techo.

El telón de fondo era puro Nueva York: la silueta del skyline, el puente de Brooklyn, una ciudad que no duerme ni olvida. En una escena, un coche clásico rugía en el escenario, como si el pasado hubiese regresado con brillo cromado. Casi se podía entrar en el Club La perla, donde el artista nos regaló algunas de las coreografías más divertidas de la noche, si te concentrabas quizá podías incluso sentir un olor amaderado a whishkey viejo. Todo era un homenaje a la identidad, una celebración de la cultura puertorriqueña con la sinceridad de quien canta no solo con voz, sino con herencia.

Rauw Alejandro no solo ofreció un show; escribió una crónica emocional sobre lo que significa volver al origen con el corazón en llamas y la mirada puesta en el futuro.

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