Morante de la Puebla

Morante de la Puebla, casi tres décadas de belleza en el toreo

Tras hacer una faena historia en la mayor plaza del mundo, el maestro sevillano, tras la vuelta al ruedo con dos orejas como trofeo, ser fue lento y con aire litúrgica al centro del ruedo y con parsimonia, se cortó la coleta y saludo a un público que, como él, dibujaba lágrimas de emoción en su rostro.

El diestro Morante de la Puebla

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José Antonio Morante Camacho nació en La Puebla del Río, Sevilla, el 2 de octubre de 1979 y de ahí viene su nombre taurino. Desde muy joven mostró una profunda vocación por el toreo, influenciado por la tradición taurina andaluza y su admiración por las grandes figuras clásicas.

En 1995 debutó como novillero en Madrid y tomó la alternativa el 29 de junio de 1997 en Burgos, apadrinado por César Rincón y con Fernando Cepeda como testigo. En tres décadas de trayectoria, se consolidó como uno de los toreros más singulares de su generación por su estilo profundamente artístico, su estética con el capote y su capacidad para convertir cada faena en una obra de arte.

No pocos podrán olvidar su faena en 2023, con la Maestranza de Sevilla rebosante, cuando cortó el primer rabo del siglo XXI, logro que no se veía desde hacía más de cinco décadas. Tampoco la penúltima faena en Madrid, en San Isidro donde salió por la Puerta Grande y otra anterior en la que se le negaron los trofeos de forma incomprensible. Eso sí, también vivió momentos de pausa y reflexión, marcados por su sensibilidad y sus crisis personales, que lo llevaron a retirarse temporalmente en varias ocasiones.

Recibió numerosos premios y distinciones en reconocimiento a su aportación al toreo contemporáneo. Entre sus galardones más destacados figuran el Trofeo al Mejor Toreo de Capote y el Trofeo al Triunfador de la Feria de Abril de Sevilla, que ha conquistado en varias ocasiones. También ha sido distinguido con el Premio Nacional de Tauromaquia, otorgado por el Ministerio de Cultura en 2021, en reconocimiento a su "defensa del arte taurino y su compromiso con la tradición cultural española". Ha sido galardonado igualmente con premios de prensa y asociaciones taurinas, como el Trofeo Oreja de Oro de RNE, el Trofeo Paquiro de El Cultural o el Trofeo Puerta del Príncipe.

Comienza la leyenda

La tarde prometía ser épica. El número uno del escalafón en la mayor plaza del mundo y fuera de temporada. Más aún cuando en el cuarto toro de la tarde-el segundo de su lote-, Morante es volteado por el toro de Garcigrande en una cogida aparatosa y que tiñó de sangre su traje de añil y oro. No era casual los colores elegidos por el maestro: eran los habituales de otro grande al que se rendía homenaje: Antoñete. Pero la tragedia planeo acompañada del angustioso run run cuando el de Sevilla quedó postrado en el suelo, boca arriba y mirando el cielo que iba a tocar segundos después.

Más de 23.000 almas en los tendidos que no podían sospechar lo que iba suceder: una vez superado el trance, el torero tiró de raza y regresó al tercio, completando la faena con el capote. Brindó el toro al líder de Vox, Santiago Abascal: "Por todo lo que haces por nosotros. ¡Viva España!" y "Muchas gracias por todo lo que haces por nuestros hijos", proclamó antes de citar de nuevo al toro con la muleta y matarlo con acierto.

Dos orejas, vuelta al ruedo, vítores del público, y la escena que asará a los anales de la tauromaquia: el torero se dirigió al centro del anillo, se tocó la cabeza, y se quitó la coleta, señal de su adiós definitivo. No hubo anuncio previo ni despedida organizada: el gesto fue espontáneo y cargado de simbolismo, marcando el fin de una trayectoria única. Ni siquiera su apoderado y amigo, Pedro Marqués, lo sabía.

Lágrimas en los ojos y salida a hombros por la Puerta Grande. Torería hasta en el adiós, arte hasta sin coleta. Dicen que se retira por padecer trastorno disociativo una enfermedad mental que desconecta las emociones del cuerpo. El caso es que se va el número uno en el escalafón, el mejor torero de nuestro siglo, el artista total, el más amado por todos los taurinos con mayoría absoluta -sin urna y con pañuelos- , el que entiende el arte de Cuchares como la vida misma, con pasión y una estética sin debate . Dos mil personas que le llevaron en volandas por la calle Alcalá hasta el Hotel Wellington, como en los tiempos de Belmonte.

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