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Huelva

Lluvia de jamones y otros alimentos en la procesión de san Antonio de Abad en Trigueros

La localidad onubense de Trigueros homenajea a su patrón San Antonio Abad con un lanzamiento de jamones, chorizos y otros productos. Una tradición del siglo XVIII en la que hoy en día todos los vecinos se vuelcan: pasean al santo durante horas y las familias se gastan una media de mil euros.

La imagen del patrón de Trigeros (Huelva), San Antonio Abad, ha recorrido la localidad en una procesión que se ha prolongado decenas de horas, lanzando los vecinos a su paso toneladas de alimentos.

La procesión de San Antonio, como es habitual cada último domingo de enero, se ha iniciado sobre las 13.30 horas tras la bendición de los animales, la celebración de la misa y la tradicional "entrega" al pueblo del patrón, de manos del alcalde, Cristóbal Romero.

Han sido numerosos, como cada año, los foráneos que se han desplazado hasta este pueblo atraídos por la fama y la singularidad de la fiesta, sumándose a los vecinos que un año más se están volcando con su patrón allá por donde pasa. Y es que no es habitual ver una lluvia de alimentos al paso de una imagen tal y como ocurre en Trigueros.

Se trata de las tradicionales 'tiradas', que se producen a unos 50 metros por delante del santo -portado a hombros por los vecinos- y que consiste en el lanzamiento desde los balcones a la calle de todo tipo de alimentos, que son recogidos por las personas que se agolpan debajo.

Según la cantidad de gente que viva en las casas o su poder adquisitivo, las tiradas, son más o menos numerosas, por lo que ante algunas viviendas puede estar parada la imagen más de media hora mientras se termina de lanzar a la calle todo lo que han preparado.

Esta práctica, que rememora una especie de solidaridad con los más necesitados, suelen comenzar con piezas de pan, producto típico del municipio, para seguir con embutidos o quesos, y terminar con los productos más esperados, cuando se lanzan a la calle jamones enteros.

Además, algunos vecinos, sobre todo jóvenes, organizados en peñas, cuentan con unas "mesas" a las que sube uno de ellos para recoger desde lo alto lo que se lanza y repartir el "botín" al final de la jornada.

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