Joaquín Sabina

Joaquín Sabina no volverá a subirse a los escenarios hasta que no se pueda ir sin mascarilla, beber y fumar

Joaquín Sabina ha acudido al Instituto Cervantes a dejar su legado en una caja fuerte. Durante el acto, ha explicado que no se volverá a subir a los escenarios hasta que no se levanten las restricciones contra el coronavirus.

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Joaquín Sabina ha recibido un homenaje del Instituto Cervantes. Fue ayer, martes 6 de octubre. Su mítico bombín, varios manuscritos con letras de sus canciones y dibujos del compositor forman parte ya de su legado depositado en la caja fuerte que custodia el Instituto Cervantes. Sin embargo, casi ha sido más importante las palabras que ha dejado en forma de anuncio. "Me siento bien, pero yo no pienso volver a los escenarios mientras la gente esté con mascarilla o no puedan levantarse o no puedan fumar o tomar una copa", ha explicado.

De esta manera, el artista planta cara a todas las restricciones que las diferentes autoridades han ido interponiendo con el objetivo de poner fin a la expansión del coronavirus. Sin embargo, Joaquín Sabina afirma que “me temo, sobre todo el Latinoamérica, que no será hasta dentro de un año y medio” cuando pueda volver a los escenarios. Todas estas declaraciones llegan después de que dejase la caja de seguridad número 1237 de la cámara acorazada del Instituto Cervantes de Madrid.

En ella, ha depositado la colección completa de la revista literaria argentina 'Sur', junto al manuscrito de su canción 'Se llama Soledad', la primera edición de su libro de sonetos 'Ciento volando', su mítico bombín y algunos dibujos y fotos personales. En el acto, también ha explicado que se encuentra "bien", sobre todo por "haber sobrevivido a estas maldades que nos han asolado".

"No he tenido covid, me he portado como un ciudadano ejemplar, he seguido fumando y bebiendo y me siento bien", ha añadido. "He escrito un libro, he tenido dos hijas y en Rota trasplanté un olivo, no me falta nada y estoy moderadamente en paz conmigo mismo teniendo en cuenta que la gente de mi generación pensábamos que no íbamos a ser nunca adultos porque los adultos eran siempre unos hijos de puta, así que he llegado a los 72 años y aún no me considero un hijo de puta, y con eso me basta".

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