Los cocineros, de nuevo en pie de guerra

Cuando la excelencia se impone es difícil decidir cual de estos platos es mejor. Saber de gastronomía solo se aprende comiendo. Y eso es lo que reclama Berasategui. Para el cocinero vasco muchos de los 850 periodistas y cocineros que votan para elaborar la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo apenas se mueven de su casa.

"La mentira se desmonta muy fácil: que me enseñen las facturas de los restaurantes en los que han comido, que me enseñen las facturas de los hoteles en los que han estado alojados, de los aviones, de los trenes", dice el cocinero.

Un pernicioso juego de intereses comerciales, según el cocinero, se esconde detrás de esta lista que ha colocado su restaurante en el puesto 29 y que ha nombrado por segundo año al Noma de Copenhague como el mejor del mundo. "Hay una marca comercial que patrocina a un cocinero y éste a todos sus amiguitos", dice el cocinero.

Unas críticas que han dolido a su compañero Arzak, en el puesto octavo de la lista, y que no comparte. Asegura que la votación es 'limpia' y que estos reproches no existirían si los que acusan estuviesen mejor situados.

No es el caso de Joan Roca, de 'El Celler de Can Roca', segundo mejor restaurante del mundo y claro favorito a tomar el cucharón del relevo dejado por El Bulli que cerrará su puertas este verano.