Camino de Santiago

La Catedral de Santiago, ¿el fin del camino o el inicio de uno nuevo?

Llegar a la Catedral de Santiago supone para los peregrinos el punto final a días de cansancio, superación, emoción, alegría y sufrimiento. ¿Es el final del camino o solo el inicio de uno nuevo?

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Nuestra ruta durante las últimas semanas nos ha llevado a recorrer kilómetros y kilómetros hasta llegar, por fin, al Obradoiro. Entrar en esta plaza y contemplar la Catedral de Santiago, imponente ante nuestros ojos, es el punto final a días de cansancio, superación, emoción, alegría y sufrimiento. Y es en ese justo momento cuando muchos se plantean esta pregunta; ¿Es el final del camino o solo el inicio de uno nuevo?

Algunos llevan semanas o incluso meses caminando, otros apenas unos días, cada uno según de sus posibilidades. Pero en lo que todos coinciden es en que durante ese tiempo, el que sea, se han levantado con un único objetivo en la mente, llegar a la siguiente etapa, es el espíritu del peregrino. Son días en los que lo que ocurre fuera del Camino de Santiago se vuelve secundario, y las fuerzas se concentran en no decaer, en el aquí y el ahora.

La Praza do Obradoiro es un lugar en el todo puede pasar. Una especie de refugio en el que las emociones lo embargan todo, y donde cada persona que entra, con las botas llenas de barro y sofocada por el calor, trae consigo una historia propia que muchas veces daría para escribir un libro.

Es el caso de una peregrina en cuya mochila se atisba un traje de novia. A su lado su ya marido con un cartel que no deja espacio a la duda; 'Just Married' (Recién Casados). Esta pareja de franceses ha decidido hacer el camino como luna de miel, como el inicio de su vida juntos.

Una vida en común que también empiezan los dos chicos que ríen y celebran a apenas un par de metros. Sus caras lo dicen todo, no podemos evitar acercarnos y enseguida nos cuentan. Se han enamorado entre etapas y albergues. Se han conocido en el Camino y tienen claro que su amor, que tiene apenas unas semanas, no termina aquí, aunque uno viva en Madrid y el otro en Italia. “Ya veremos cómo lo hacemos, pero juntos, esto es lo que nos ha dado el Camino”.

Mientras hablamos con ellos escuchamos la alegría e incluso el descorchar de las botellas de champán que un grupo de austriacos traen en sus bicicletas. Nos entendemos cómo podemos, pero es fácil comprender que están felices por haber alcanzado la meta. Son un grupo de amigos que supera los 55 y ya empiezan a planear su próximo Camino. "Es una maravilla".

Entre cánticos, gritos de alegría, brindis y celebraciones, encontramos también a quien vive su llegada de otra manera, desde la emoción.

Es el caso de un padre y una hija que te reúnen cada año para peregrinar. Él vive en Argentina y ella en EEUU, cruzan el charco para caminar juntos, es su momento. "Llegar aquí con mi hija es lo más grande", nos cuenta con lágrimas en los ojos. Y ella, sin poder tampoco evitarlas se echa a llorar y le abraza. Emoción tras emoción.

Cada peregrino con sus motivos, sus anhelos, sus esperanzas. Cada uno con su historia. Una la que traen consigo al empezar, y otra la que se llevan al terminar el Camino. ¿O deberíamos decir al empezar el nuevo?

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