Más de los 120 guerreros de Xiang han visto la luz esta semana, junto a 36 caballos y a tres mil nuevos objetos, tras permanecer mas de dos mil años sepultados a ocho metros de profundidad.
Un hallazgo que se suma a los 7.000 soldados encontrados hasta ahora, al igual que sus antecesoras, son esculturas a tamaño natural,muchas de ellas, policromadas. Pero todas son diferentes, únicas,cada una con sus propios rasgos: bigotes, peinados, viejos, jóvenes, etnias diversas. Hasta los uniformes reflejan el rango militar al que pertenece cada uno.
Tras la Gran Muralla, este conjunto está considerado el mayor bien cultural de China. Conscientes de ello, los restauradores las cuidan con el máximo mimo.
"Al principio utilizábamos picos y palas, ahora usamos herramientas más finas. Especialmente cuando la capa de tierra está al lado de las reliquias. Ahí echamos mano de cepillos y escalpelos pequeños".
Fue en marzo de 1974, cuando unos campesinos que perforaban un pozo, encontraron por casualidad este descomunal ejército de terracota. Vecinos que por puro azar habían localizado un conjunto de valor incalculable, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Creado en el siglo III antes de Cristo, 700.000 personas trabajaron durante 3 décadas en el mausoleo del emperador Kishihuang. El objetivo era fundar un ejército, aunque de arcilla, capaz de defender a su señor en el Más Allá. 2 milenios después, siguen asombrando al mundo entero