Medioambiente

El preocupante motivo por el que los ríos de Alaska se están tiñendo de naranja: "El problema se está propagando"

Docenas de arroyos y ríos de Alaska (EEUU) están cambiando su azul cristalino por un naranja turbio.

Una vista aérea del río Kutuk en el Parque Nacional Puertas del Ártico de Alaska

Una vista aérea del río Kutuk en el Parque Nacional Puertas del Ártico de AlaskaEuropa Press

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De un intenso azul cristalino a un naranja turbio. Los arroyos y ríos de las remotas regiones de Alaska están cambiando de color. Docenas de corrientes fluviales que se están tiñendo por un preocupante motivo: el deshielo del permafrost. Un fenómeno que provoca la liberación de minerales y partículas que acaban expuestos y desembocan en los ríos.

Investigadores del Servicio de Parques Nacionales, del Servicio Geológico de EEUU y de la Universidad de California en Davis, así como de otras instituciones, han documentado por primera vez este fenómeno. Para ello han tomado muestras de estas aguas deterioradas de la región norteamericana. Un estudio publicado en 'Communications Earth & Environment' y que ha recorrido hasta 75 ubicaciones de una ingente área del tamaño de Texas localizada en la Cordillera Brooks del norte de Alaska.

Los ríos afectados se encuentran en tierras federales administradas por la Oficina de Administración de Tierras, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre y el NPS, incluidos los parques nacionales Gates of the Arctic y Kobuk Valley.

La gran preocupación

La principal preocupación relacionada con esta 'coloración acuosa' son las implicaciones que podría tener para el agua potable. También de cómo podría afectar a la pesca en las cuencas del Ártico, puntos de desembocadura de estos ríos ahora anaranjados.

"Cuanto más volábamos, comenzamos a notar más y más ríos y arroyos de color naranja". Son las palabras de Jon O'Donnell, autor principal del estudio y ecólogo de la Red de Monitoreo e Inventario del Ártico del NPS. "Hay ciertos sitios que parecen casi un jugo de naranja lechoso. Esos arroyos de naranja pueden ser problemáticos en términos de ser tóxicos, pero también podrían impedir la migración de peces a las áreas de desove", añade el investigador.

"Hay muchas implicaciones", ha expuesto O'Donnell. "A medida que el clima continúa calentándose, esperaríamos que el permafrost continúe derritiéndose y, por lo tanto, dondequiera que haya este tipo de minerales, existe la posibilidad de que los arroyos se vuelvan anaranjados y se degraden en términos de calidad del agua".

El origen del problema

El origen del problema se remonta a 2018. Aquella fue la primera vez que O'Donnell notó por primera vez el problema: al visitar uno de estos ríos alasqueños, notó que parecía oxidado. Y eso que el año anterior estaba 'limpio', como él mismo pudo comprobar. A raíz de aquello comenzó a investigar y a recopilar ubicaciones mientras tomaba muestras de agua en esta región remota en la que los helicópteros son, por lo general, la única forma de acceder a los ríos y arroyos.

No obstante, si bien O'Donnell notó un cambio por primera vez en 2018, las imágenes de satélite han mostrado aguas manchadas que se remontan a 2008. "El problema se está propagando lentamente con el tiempo desde las cabeceras pequeñas hacia los ríos más grandes", ha explicado con preocupación. "Cuando surgen problemas o amenazas emergentes, debemos poder comprenderlos".

Brett Poulin, profesor asistente de toxicología ambiental en UC Davis y el investigador principal de la investigación, ha explicado que "los ríos manchados son tan grandes que podemos verlos desde el espacio. Hay que teñirlos mucho para poder registrarlos desde el espacio".

Poulin, experto en química del agua, pensó que esta coloración podía deberse al drenaje ácido causado por la extracción minera, pero se descartó la idea al no haber minas cerca de ninguna de las corrientes deterioradas. De ahí que cobrara fuerza la hipótesis del deshielo del permafrost.

El permafrost, suelo permanentemente congelado, almacena minerales. Al calentarse y descongelarse, estos materiales metálicos que estaban 'encerrados' quedan expuesto al agua y al oxígeno, lo que resulta en la liberación de ácido y metales.

"La química nos dice que los minerales se están erosionando", dijo Poulin. "Entender lo que hay en el agua es una huella dactilar de lo que ocurrió".

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