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JUNTO CON LA PRESIÓN SOCIAL

La hormona del amor favorece la reducción de los sentimientos xenófobos

Un experimento en el que se suministraba oxitocina a dos tipos de personas, altruistas y xenófobos, reveló que ésta hormona aumentaba la generosidad entre el grupo de los que ya eran solidarios. En cambio, aquellos que mostraban un comportamiento contrario a los extranjeros necesitaban un añadido, como la presencia de modelos sociales positivos.

Un estudio publicado en la revista PNAS, aborda las formas con las que reducir los sentimientos xenófobos y fomentar la cooperación entre extraños.

El equipo liderado por René Hurlemann, del Centro Médico de la Universidad de Bonn, en Alemania, trata de buscar información para elaborar las estrategias que reduzcan dichas actitudes.

Este conocimiento ayudaría a mejorar la convivencia en las sociedades actuales, caracterizadas por la diversidad étnica y cultural. Así, los autores realizaron el experimento en unas condiciones que favorecieran un comportamiento altruista con extraños.

En primer lugar, realizaron un experimento en el que ofrecían 50 euros a un grupo de voluntarios alemanes blancos. A continuación les pedían que donasen la cantidad que desearan a un grupo de 50 personas necesitadas. Dentro de dicho grupo, la mitad eran alemanes y otra mitad refugiados. Los resultados reflejaron que los voluntarios donaron un 20% más a los refugiados que a los alemanes, ambos en las mismas circunstancias económicas. El estudio explica que la presión social, añadida a la oxitocina, incrementó la generosidad con los refugiados por parte de los voluntarios más xenófobos.

Las personas altruistas aumentaban sus donaciones tras tomar oxitocina

En la segunda fase, se estudió el papel de la oxitocina en las actitudes de los participantes hacia los refugiados. Esta hormona está relacionada tanto con los vínculos dentro de un grupo o los lazos entre padres e hijos, como con el odio hacia los diferentes. De esta forma, se realizó un experimento parecido al anterior pero suministrando oxitocina a los grupos. Esto demostró que las personas que ya eran altruistas aumentaban sus donaciones, tanto a los necesitados alemanes como a los refugiados. Pero “la hormona del amor” no cambiaba el comportamiento de los xenófobos, que seguían realizando donaciones reducidas a ambos grupos.

Sin embargo, probaron que la presión social añadida a la oxitocina tenía unos efectos sorprendentes, ya que aumentaba en un 74% las donaciones de los xenófobos.

Todo ello sugiere que las actividades sociales y los modelos sociales positivos, como la familia, figuras públicas o líderes religiosos, favorecen la disminución de los sentimientos xenófobos, que dificultan la integración de los extranjeros en una sociedad.

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