Cambio climático

Un estudio realizado en Bélgica demuestra que los lagos están cambiando por la acción del hombre

El aumento de temperatura en los lagos preocupa a los expertos, quienes aseguran que todavía estamos a tiempo de evitar consecuencias mucho más graves para el clima.

El lago Mead estaba en aproximadamente 15 metros, unos 53 por debajo de su nivel en 2000

El lago Mead estaba en aproximadamente 15 metros, unos 53 por debajo de su nivel en 2000PIXABAY

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Si alguien pensaba que los terremotos y los volcanes eran los únicos problemas que iban a surgir este año a nivel natural, estaba muy equivocado, puesto que ahora la mirada también está fija en otro símbolo de la naturaleza: los lagos.

Un estudio internacional realizado por tres científicos de un grupo de investigación belga ha desvelado que los lagos están empezando a notar también los devastadores efectos del cambio climático, debido que su temperatura interior está creciendo, causa que achacan a las emisiones de los gases de efecto invernadero emitidos en los últimos siglos.

Luke Grant, uno de los investigadores, advierte del peligro que esto conlleva: "Corremos el riesgo de dañar gravemente los ecosistemas lacustres, incluida la calidad del agua y las especies de peces autóctonas". Junto a él, Inne Vanderkelen y Wim Thiery son los otros dos hombres que han realizado este importante estudio.

En busca de medidas para paliar el cambio climático

La ONU instó el pasado 13 de octubre a que los coches de combustión tuvieran un máximo de dos décadas de vida más, en un intento por que los países desarrollados apliquen esta medida principalmente y así contribuyan a mejorar la vida de un planeta que cada vez agoniza de manera más desesperante.

En España, la venta de coches diésel ha caído notablemente en los últimos años; el pasado año 2020, el PNV alcanzó con el Gobierno de la nación un acuerdo para que se eliminara el impuesto al diésel, que en su día también reclamaba Ciudadanos.

Por lo pronto, en España ya se ha hecho notar el trágico efecto que puede tener la furia de la naturaleza si se le asfixia, tal y como lleva sucediendo un mes desde que entró en erupción el volcán de La Palma el pasado 19 de septiembre.

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