Uno de los trastornos alimentarios más frecuentes se llama "comer emocional". Afecta a más personas de las que creen.
Bridget Jones calmaba su frustrada soltería comiendo. Seguramente no sabía que sufría de "comer emocional", un transtorno que afecta a millones de personas en el mundo.
Quienes la padecen, no comen para calmar el hambre, sino para aplacar su emociones. Y como Chus, acaban convirtiéndose en adictos a la comida.
Sienten cólera, soledad o la tristeza, y se dan un atracón de patatas fritas o de chocoloate. Es placer al instante. Alimentos grasos -dulces, salados-, pero siempre de enorme aporte calórico. Y como consecuencia, el peligro añadido de la obesidad.
Es el caso de Ascensión Fernández, "La Chon". A su prima María, de 202 kilos, no le importa reconocer que, dada su obesidad, ya se ha echado a perder.
El comer por emociones y no por hambre es un trastorno de la conducta que puede afectar a todo tipo de personas. Isabel Sartorius lo reconocía abiertamente por primera vez, en Espejo Público.
Afortunadamente y con la ayuda de terapia, Isabel Sartorius ha aprendido a controlar esta adicción. Asegura que es mucho más feliz desde que, como Bridget JOnes, optó por no auto castigarse.