Asaderos improvisados en las hogueras, neveras llenas de provisiones pero sobre todo muchas ganas de pasarlo bien. En Tenerife la noche fue pura magia. Las llamas iluminaban la costa. Y entre hoguera y hoguera un baño para purificar, y deseos por cumplir y malos pensamientos, que se quemaban en el fuego.
Ahora sólo falta que San Juan haga caso a nuestros ruegos y deseos y que se cumple aquello que dice: quien enciende fuego por San Juan, no se quema en todo el año.