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Peseto Loco y el Coche Fantástico

Norcoreano explica el conflicto entre taxis y los VTC.

-Taxistas queman contenedores en la entrada de IFEMA, en Madrid.

Taxistas queman contenedores en la entrada de IFEMA, en Madrid.Agencia EFE

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Continúa el conflicto entre los taxis y los VTC. Los taxistas se defienden alegando que ellos no están en contra de los avances, que tienen un taxímetro digital que cambia los números sin darle cuerda. Los conductores de VTC defienden que de cada barra de pan que gana la empresa, ellos se quedan con las migajas y todos salen ganando. Los taxistas han nombrado portavoz a Peseto Loco, un hombre sin cejas que con aspecto ve venir de la Pont Aeri se alza sobre una tarima a arengar a los suyos a hacer la revolución. La estrategia parece clara: reventar todos los coches que se crucen por si alguno (de casualidad) termina siendo un VTC. No sabemos si esta maniobra, junto a la de cortar el tráfico y crear el caos, terminará atrayendo al pueblo y adhiriéndolo a su causa.

Las posiciones siguen distantes. Los taxistas quieren que los VTC sintonicen la Cope y tengan que ser contratados mediante un chiflido a pie de calle en lugar de mediante una App. Los taxistas no han sabido explotar discursos capaces de conectar con la sociedad. “¡El Fary vive, la lucha sigue!“ sería un grito que se extendería por España como la peste en el s.XVI, un emblema capaz de hacer levantar el puño hasta al barrio Salamanca en defensa del colectivo de los coches de rayas rojizas. Pero Peseto Loco está consiguiendo lo imposible: que un hombre con nombre de villano de Mortadelo no termine de conquistar a los españoles.

La única solución factible es la coexistencia, que taxistas y VTC convivan hasta la inminente aparición de los coches autónomos que prescindirán tantos de los primeros como de los segundos, y lograrán lo que jamás logró un ser humano al volante: un algoritmo eficiente y lógico para salir de una rotonda. Llegado ese momento, a los conductores de taxis y VTC no les quedará más remedio que unir sus fuerzas para resucitar el ludismo, aquel movimiento del s.XIX que enfrentaba al hombre con las máquinas que le robaban el trabajo. En ese escenario, el presidente el Gobierno no podrá seguir despejando balones y tendrá que acceder a mediar en el conflicto y sentarse en la mesa de negociación con el portavoz de los conductores, Michael, y el portavoz de los coches, Kitt.

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