9 de Julio: el noveno hijo de Julio Iglesias

El misterio de la Trinidad lo difundió Tertuliano, uno de los fundadores del cristianismo que también dio nombre a la gente que grita en los platós de televisión.En el siglo XX la idea trinitaria volvió a cobrar fuerza ante la posibilidad estadística de que Julio Iglesias fuese su propio padre, padre e hijo al mismo tiempo. El ADN descartó esta posibilidad al confirmar al Doctor Iglesias Puga como el padre de Julio. El Doctor Iglesias (Papuchi) ostenta desde entonces el extraño honor de ser el único ginecólogo en haber palpado menos vaginas que su hijo.

Un juez valenciano ha sentenciado hoy que Javier Sánchez Santos (un chico valenciano) es el noveno hijo de Julio Iglesias. El noveno hijo oficial (que no reconocido), los no oficiales podrían formar grupo parlamentario. De la actividad sexual de Julio Iglesias se han hecho muchas bromas, yo prefiero aportar una prueba fehaciente: durante la edad fértil de Julio Iglesias el español se convirtió en el idioma más hablado del mundo. De sus hijos conocemos principalmente a Enrique, un chico que alcanzó la fama en la música y se mudó a vivir a Estados Unidos, momento en el que empezaron las hostilidades de Donald Trump con los latinos. Julio José también hizo sus pinitos en el show business al acudir hace poco a un programa de cenas entre famosos y prepararle de menú unos macarrones con queso y una hamburguesa de segundo a Kiko Rivera.

A Enrique y Julio José ahora se les une, al menos judicialmente, Javier Santos. El juez ha decidido aceptar la filiación de Javier sin una prueba de ADN, lo que podría sentar jurisprudencia. A partir de ahora tendrá que ser Julio Iglesias el que deba demostrar que alguien no es su hijo, se está invirtiendo la carga de culpa. Si las demandas de paternidad de Julio Iglesias no empiezan a presentarse de forma colectiva (como las de la cláusula suelo o las preferentes de Caja Madrid) podríamos asistir a un serio bloqueo de la justicia. Yo por si acaso aconsejaría a todos los españoles hacerse una prueba de ADN, que nunca se sabe si cuando lean el testamento te puede tocar la pedrea.

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