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Dangogi, comer carne de perro

Kim Jong-un prohíbe los perros como mascotas en Corea del Norte.

-Kim Jong-un, durante el encuentro militar

Kim Jong-un, durante el encuentro militarReuters

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Trump ya ha anunciado que, si pierde las elecciones de noviembre, significará que están amañadas. A Putin le continúan apareciendo opositores envenenados misteriosamente con polonio radiactivo pero, como siempre, el foco mediático sigue estando sobre mí. No sé si porque mi figura vende, es atractiva pero he copado todas las portadas por decir algo obvio: que tener un perro de mascota es una perversión del capitalismo. Lo he dicho siempre: las mascotas, las mortadela con aceitunas y el papel higiénico doble capa son lujos burgueses propios de la decadencia occidental. En Corea del Norte no hemos tenido perros como mascotas hasta hace unos años, cuando se puso moda como símbolo de estatus en el país, como tener un Fiat Punto de importación. Años atrás la gente adinerada solía tener vacas y cerdos en casa, cuando aún quedaba alguno en los noventa. Lo que viene siendo la ganadería de toda la vida, criar para comer. Los perros se cazaban para los banquetes, las comuniones y los bautizos. El concepto mascota es una pijada occidental de nuevo cuño como lavarse los dientes. El insaciable capitalismo no deja de inventar nuevas formas de consumo y generar dinero, como pagar por aparcar en la calle, por correr una maratón o por sacar un animal tres veces a la calle a cagar.

Intuyo que lo que ha llamado la atención a la prensa (especialmente a la española) de la noticia es que comamos perros. Los españoles comen caracoles, comen conejo (un animal que no se comen ni los chinos) pero se escandalizan por el dangogi, que es como se llama la carne de perro aquí. Si no has probado el dálmata al ajillo, las chuletillas de chow-chow, el bull terrier a las tres pimientas, la ternura de la carne del yorkshire, que por tamaño se utiliza para hacer caldo y croquetas de puchero… ¿cómo vas a saber lo que es un manjar? Desde luego no chupando caracoles con Avecrem. El marxismo es historicista y entiende la historia como una sucesión de etapas en evolución, como marxista os puedo asegurar que occidente está aún en pleno feudalismo gastronómico. No lo digo yo: lo dicen el éxito del brócoli y los sándwichs de rúcula esta última década.

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