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Cumbre entre Kim Jong-Un y Donald Trump: La guerra de Vietnam

Norcoreano analiza como ha sido la cumbre entre Kim Jong-Un y Donald Trump en Vietnam.

-El líder norcoreano, Kim Jong-un y el presidente estadounidense, Donald Trump

El líder norcoreano, Kim Jong-un y el presidente estadounidense, Donald TrumpAgencia EFE

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Culmina la cumbre del G2 de Hanoi, la segunda vez que nos reunimos las dos potencias más importantes del mundo: Estados Unidos de América y República Popular Fetén de Corea. Lo primero que quiero hacer es desmentir las informaciones que van circulando en los mentideros: Trump y yo no hemos roto relaciones, sólo nos estamos tomando un descanso. Hemos decidido de mutuo acuerdo que estamos en un momento de nuestra relación en la que nos conviene vernos con otras personas.

Y ahora mi valoración de la cumbre: quiero empezar explicando que decidimos celebrarla en Vietnam porque yo me muevo en un tren blindado que circula a velocidad de tren extremeño y como quedemos un poco más lejos lo mismo no llego a la cumbre del año que viene. La elección de Vietnam se debió por tanto a la cercanía y a que es un país que ha mantenido una relación muy estrecha con Estados Unidos en el s.XX. Como a estas horas ya sabréis la cena ha finalizado antes de tiempo por ciertas desavenencias que yo no consideraría un fracaso, hemos cumplido el objetivo mínimo que nos habíamos marcado en la delegación norcoreana: llegar a los postres.

El motivo de la discordia ha sido que nosotros nos habíamos comprometido a cerrar el reactor nuclear de Yongbyon y exigíamos que nos levantasen todas las sanciones. Trump sólo accedía a levantar las sanciones si nos comprometíamos a cerrar el resto de centrales nucleares. Ahí ya me he puesto serio, digo: “Vamos a ver Donald, si cerramos el resto de centrales nucleares, ¿cómo vamos a fabricar bombas atómicas? Vamos a poner un poquito de cordura en las exigencias“. Le he explicado que en Corea del Norte el enriquecimiento de uranio es cultural, como hacer castillos de niños en Cataluña, levantarse a las doce de la mañana en Andalucía o dormir con una escopeta debajo de la almohada en Arkansas. El segundo motivo de discrepancia ha sido su petición de poner fin a la guerra de Corea, en la que estamos involucrados formalmente desde 1950. Le he dicho que esto ya es cuestión de gustos, pero nosotros como sociedad nos sentimos mucho más cómodos en un estado de guerra.

Ahí ya estábamos estancados en las negociaciones y hemos decidido darlas por terminadas y despedirnos tal y como estaba estipulado en los acuerdos de la cumbre: primero al estilo coreano, con un ‘Ojigi’, realizando una inclinación del cuerpo hacia el otro en señal de reverencia. Luego al estilo americano: chocando las palmas de la mano rápidamente por los dos lados, luego los codos y luego mover los dedos de la mano como si fuesen el bigote de una morsa. Esto no es un adiós, es un hasta luego.

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