Bal Ko-Ning

Años invirtiendo gran parte del presupuesto del país para armarlo hasta los dientes y prepararlo para una posible guerra para al final abrir hoy el periódico y encontrarme el siguiente titular en la sección ‘Internacional’: “Las patrullas antitilazos se arman con tijeras y bolsas de basura para seguir el rastro de las brigadas ponelazos“. Está claro que el resto del mundo no se ha preparado para la contienda, que aún no estamos en lo que podríamos denominar una situación prebélica.

Sí se están abriendo algunos frentes: los humoristas contra los gitanos, Courtois contra Keylor, los tuiteros contra los tuiteros, los racistas contra la inteligencia… Pero la única guerra de la que se habla en los medios es la comercial y hasta ahora no disponemos de tecnología suficiente para aliñar los aranceles con uranio. Aceptando la realidad, he decidido volcarme de nuevo con el proyecto del que ya hablé con anterioridad en Liopardo: Pyongyang D’Or, ciudad de ejecuciones.

La idea es sencilla: hemos estudiado ciudades vacacionales como Magaluf, Salou y Benidorm para atraer a Corea la Buena al turista más refinado de occidente: el turista británico. El turista británico básicamente busca cuatro cosas en sus vacaciones: el cáncer de piel, estar borracho a las cinco de la tarde, saltar del balcón a la piscina y que no haya españoles. ¿Dónde hay menos españoles que en España? En Corea del Norte. Bien, parece que va cogiendo color el proyecto. El británico se despierta con resaca en su habitación de Pyongyang d’Or, desayuna fabada con morcilla, huevos y tocino, se asoma al balcón, salta y cae en un tobogán cápsula diseñado por Calatrava que le dirige en diez segundos a la piscina de cerveza del parque acuático más juche del mundo. A las doce de la mañana se le dan dos rebanadas de pan con algo dentro para el almuerzo y se les enchufa el fútbol en la tele hasta que caiga inconsciente y sea trasladado por el personal del hotel a su habitación con moqueta. Al día siguiente vuelta empezar, paquetes de 15 días. Alcohol por divisa, el cambio que hará que Corea del Norte no tenga que venderse al capital como hicieron los chinos. El proyecto Bal-Ko-Ning.