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Querido Pablo Casado

Carta abierta de Gerardo Tecé a Pablo Casado después de que la juez haya elevado al Tribunal Supremo el caso en el que investiga las presuntas irregularidades en el máster que realizó el presidente del PP.

-El presidente del PP y diputado por Ávila, Pablo Casado

El presidente del PP y diputado por Ávila, Pablo CasadoAgencia EFE

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Imagino que, siendo agosto, te pillo liado con el Vacaciones Santillana refrescando lo aprendido durante la carrera y el máster, pero te pediría un momento para dirigirme a ti. Ayer, al ser preguntado por la obtención de tu máster, respondiste lo siguiente: “En un Estado de Derecho la ética no la marcan ni los medios ni los políticos, la marca la ley”, que traducido del casadés al castellano, vendría a ser algo así como: “Yo de momento voy a tirar p’alante aunque esto sea una vergüenza, así que os jodéis”. No estoy de acuerdo, querido Pablo Casado. En la política, que es tu oficio, la ética es importante. Sin ética, la política, tu oficio, no es nada. No me entenderás y todo esto te sonará a chino (aunque lo mismo viajaste una vez a Pekín y tienes título de filólogo de allí) pero atento a este ejemplo sencillito con el que comprenderás lo que te digo: la ley no dice nada de que un político mienta como un bellaco, pero eso no hace ético el mentir como un bellaco.

Todo hace indicar que en tu vida académica han pasado cosas, al menos, raras. Durante tus siete primeros años de carrera, aprobaste 13 asignaturas, lo que hace una media de menos de 2 asignaturas al año. Ritmo tranquilo, reconócelo, te lo dice uno que ha estado en esas. Fue justo el momento en el que te convertiste en diputado autonómico del PP cuando, de manera milagrosa, te pusiste las pilas aprobando la mitad de la carrera (12 asignaturas) en sólo 4 meses. Es decir, pasaste de una velocidad media de menos de 2 asignaturas al año a una velocidad de 3 asignaturas CADA MES. O le diste fuerte a las anfetaminas o, créeme, es sorprendente.

Una vez terminada la carrera y cuando ya te llamaban Speedy González por los pasillos de la facultad, decidiste que -qué cojones- ya que le habías pillado el truquillo a los estudios, ibas a ir a por el máster, que queda muy chabacano que te llamen Su Señoría sin un buen máster en el currículum. Pero no te lo ibas a sacar de la manera chabacana –madrugar para ir a clase, estudiar, etc- sino de la forma liberal: como te salga de la punta de la libertad. Esa forma fue sin aparecer por clase ni para saludar, pero sí yendo en persona e entregar en mano y sin soporte digital, cuatro trabajitos que al parecer se ha comido el perro, con los que te convalidaban un máster que le ponía la guinda a tus postgrados en Harvard (capital Aravaca). Casado, en serio, es que… es que… es que… Que te pones una noche de estas Apolo 13 en la tele y a la mañana siguiente nos vienes con un título de ingeniero espacial. No es serio, Casado.

Querido Casado. Hay un montón de gente a la que conseguir una titulación le cuesta mucho esfuerzo -económico y en horas de estudios- que, por lo que sea, no se cree que los milagros como los tuyos existan y piensan que un poco sí te estás riendo de ellos, aunque sea de forma legal, como tú dices. Has ido a Harvard, eres todo un señor, ten un acto de señorío y reconoce que tienes menos papeles que esos a los que señalas. Le sentará bien a la política, tu oficio. Y luego, si quieres, ve por ahí diciendo que tienes un máster en sinceridad. A mí me parecerá genial.

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