Liopardo
Guía útil para hablar del tiempo en el ascensor
Guía útil para hablar del tiempo en el ascensor
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Estamos viviendo uno de los veranos más calurosos de los últimos años. Y esto, en las conversaciones de ascensor, se nota. Desde Lío Pardo queremos contribuir a la normal convivencia en esos incómodos momentos que pasamos encerrados en un cajón metálico junto a otras personas para desplazarnos planta arriba planta abajo y dar algunas claves de cómo hay que afrontar el intercambio de impresiones sobre el tiempo que hace ahí fuera para que todo transcurra de manera correcta y sin sobresaltos. Para ello hoy estudiamos en profundidad la anatomía de la conversación sobre el tiempo en el ascensor. Orígenes: Las conversaciones sobre el tiempo en el ascensor datan de los egipcios. De los de ahora no, los de ahora tienen las mismos conversaciones en el ascensor que los belgas o los, no sé, canadienses. Hablamos de los egipcios de hace mucho, concretamente un montonazo de años. Los egipcios usaban elevadores hidráulicos para desplazar material de construcción. En el tiempo que pasaban en esos lentos elevadores subiendo material hasta las alturas eran habituales las discusiones entre esclavos del tipo: “tu amo es feo y además está gordito, el mío golpea mucho mejor”, o “¿tú qué eres más, de Cleopatra o de los romanos?”, conversaciones polémicas que acababan casi siempre en enfrentamiento entre esclavos y habitualmente con alguno que otro cayendo elevador abajo. Así que, el sindicato de esclavos, analizando el problema, decidió imponer por seguridad la norma que prohibía hablar en los elevadores, con la excepción de referencias climatológicas, para así matar un poco el rato. Duración de la conversación: Una conversación de ascensor hoy día, con la tecnología de ascensores eléctricos, dura, sin contabilizar la presentación y la despedida, una media de 20 segundos. Es muy importante conocer este dato porque la duración juega un papel importantísimo en las conversaciones sobre el clima que hace. De nada sirve una conversación que abarque solo un par de segundos y nos deje vendidos a la incomodidad los 18 segundos restantes, provocando el conocido silencio de mirarse la punta de los zapatos:
- Uf, vaya calor, ¿eh?
- Pues sí
- (carraspeo, punta de los zapatos)
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