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Entrevista a un autónomo

Gerardo Tecé entrevista a Carlos, un autónomo, por el día del trabajador.

-Supermercado

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Hoy, en el día del trabajo, entrevistamos a Carlos. Carlos pertenece a uno de los colectivos de trabajadores más amplios, el de los trabajadores por cuenta propia. Nuestro invitado hoy en Lío Pardo pertenece a una saga de autónomos que, desde hace cuatro generaciones, se busca su propio sustento cada día. En un día festivo como hoy, Carlos nos recibe en su pequeña tienda en el centro de Valencia.

Gerardo: Buenos días, Carlos.

Carlos: Buenos días, Gerardo, le he dicho a mi hija mayor que se venga a la tienda a echarme una mano con los proveedores, así que tenemos tiempo para charlar tranquilos. Hasta dentro de 5 minutos no tengo que volver al mostrador.

Gerardo: Ehm… bien. Muchas gracias. ¿Cómo lleva un trabajador como usted tener que trabajar en el Día del Trabajo?

Carlos: Pues muy bien, la verdad. La mañana ha ido bien en la tienda, hemos vendido más de 50 bocadillos y latas entre los que pasaron por aquí de camino a la manifestación. Incluso algún que otro rotulador para las pancartas. No me puedo quejar, la verdad. Cuando es festivo se nota que la gente está más contenta, es siempre buen día.

Gerardo: ¿No es una sensación extraña para usted tener que trabajar en un día como hoy, de reivindicación de los derechos del trabajador?

Carlos: ¡Para nada! Piense usted que yo vengo de una familia con mucha tradición en esto del autónomo. Mi tatarabuelo era autónomo, remaba 10 horas al día en una galera a cambio de que no lo matasen, lo cual, si uno lo piensa, es un trabajo bastante bien remunerado. Y se hace ejercicio. Luego, mi bisabuelo y mi bisabuela vendían durante las primeras horas de la mañana pescado por las playas de Valencia con un carrito en la época de Sorolla, de hecho salen en un cuadro, tenemos la lámina en casa. Mi abuelo, en respuesta a sus padres, se hizo carnicero, siempre fue muy rebelde el hombre. Y trabajador. ¡Estuvo sin cerrar la carnicería ni un solo día durante 46 años! Todos los días, de 9 de la mañana a 2 de la tarde, como un reloj. Paco el chino lo llamaban en el barrio, y fíjese usted que los chinos todavía no tenían tanta fama como hoy. Mi abuelo, viendo los nuevos tiempos, montó un bar que ponía desayunos, luego almuerzos y luego el vinito de por la noche, una cosa mucho más moderna que lo del pescado o la carne. Allí trabajaba toda la familia, padre también. El bar cerró cuando, veinte años después de morir mi abuelo, murió padre también. Por aquel entonces hubo mucha gente que me recomendó sacarme unas oposiciones o buscar trabajo en una empresa, pero es que los genes son los genes, así que abrí esta tienda en la que tengo de todo. Aúno la tradición familiar. Allí el pescado, allí la carne, en el mostrador las bebidas, pero adaptándome a los nuevos tiempos he abierto el abanico. ¿Un paquete de bridas? Ahí lo tiene. ¿Unas pilas? Mire, de cinco tipos. ¿Un reloj para la pared? Mire los relojes que me entraron ayer.

Gerardo: Sí, veo que tiene usted de todo, Carlos.

Carlos: Carlos el chino me llaman los chavales del barrio, en homenaje a mi abuelo Paco, creo yo que es, según me explicó el crío pequeño, que se junta con ellos. Tampoco se lo puedo decir seguro porque no me da tiempo a hablar con los vecinos tanto como yo quisiera, porque cuando no es un cliente, es un proveedor, y cuando no el gestor o el de Endesa ofreciéndote una tarifa mejor para los congeladores. Aquí, de siete de la mañana a 11 de la noche se para poco, ¿sabe usted?

Gerardo: Como ya sabrá, el Día del Trabajo tiene su origen en el homenaje a aquellos sindicalistas ejecutados en EEUU tras protestar por una jornada laboral de 8 horas, allá por finales del 1800. ¿Qué reflexión se le viene a usted a la cabeza?

Carlos: Sí, hombre, claro que lo sé. Hace unos años vino aquí a la tienda el de la telefónica ofreciéndome Internet gratis, así que en los pocos ratos sueltos, uno lee sus cositas en el móvil. Cómo se vivía en aquella época, madre mía… Ocho horas. Quién las pillara. La reflexión sería que yo creo que a mí, hoy día, no me ejecutan.

Gerardo: Bueno, Carlos, creo que se nos agota el tiempo. Última pregunta. Viniendo usted de una saga de autónomos que ha ido evolucionando generación tras generación, ¿cómo ve usted el futuro del sector?

Carlos: Muy optimista, la verdad. Gracias a las nuevas tecnologías han salido muchísimas opciones de trabajo autónomo que antes no existían. Yo a mi cría siempre le digo que el futuro está en lo de la bicicleta.

Gerardo: ¿Quiere que se haga ciclista?

Carlos: Sí, bueno, ciclista de las que llevan un cajón detrás con pedidos. Son todo ventajas. Te evitas el tener una tienda física, la tienda es tu móvil y el cajón en la bicicleta. Eso abarata mucho coste. Te llega un aviso: “oye, que tienes que recoger tal cosa en tal tienda y llevarla a tal casa”. Y allí que vas pedaleando. Y luego, de los 3 euros que te sacas por viaje no tienes que pagarle a Endesa ni a los distribuidores, son casi todos para la seguridad social y luego, si sobra algo, te lo llevas tú limpio. A no ser que te quieras poner quisquilloso y sacarte el seguro de accidentes por si te atropella un coche, claro está. Pero en épocas de crisis, cuanto más reduzcas el gasto, mejor. Y además haces ejercicio. A mí me pilla esto con 30 años menos y la verdad es que no me lo pienso.

Gerardo: Carlos, le dejo que los cinco minutos han pasado y su tiempo es oro. Muchísimas gracias y feliz día del trabajo.

Carlos: Feliz día del trabajo a usted también, ¿le pongo un bocadillo para el camino?

Gerardo: De salami con queso, por favor.

Carlos: Serían tres euros.

Gerardo: Aquí tiene, Carlos, muchísimas gracias.

Carlos: A usted, compañero.

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