Liopardo
Real academia del flow
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En Ibiza la última moda es darse masajes con champagne a 600 € la botella. Dicen los que lo han probado que se te queda la piel muy suave. La masajista dice que es porque lo mezcla con un aceite pero los ricos dicen que no, que es por el champagne y que la masajista no tiene ni puta idea porque ellos son ricos y saben de estas cosas y que se calle y les siga sobando el lomo. Me recuerda a aquel cuento del emperador que iba en pelotas por la calle convencido de que iba vestido con una tela maravillosa. Aquí lo que pasa es que hay muchos emperadores y los de la plebe estamos caninos y a dos velas, y si alguien nos ofrece pasta por decir que tienen la piel suave, pues entramos en el juego, pero de cabeza. Yo la única vez que me echaron champán encima fue en la boda de mi prima Concha. Y para colmo era sidra el Gaitero. La piel se me quedó pegajosa y el vestido casi lo tuve que tirar. Es lo más cerca que he estado de tener glamour. Lo bueno que tenemos los pobres es que suplimos nuestras carencias con originalidad. Como no tenemos quién nos dore la píldora, nos hemos inventado palabras nuevas que ejercen de terapéutico elixir. Por ejemplo, mi novio ya no tiene panza cervecera, ahora es fofisano. Y yo no estoy gorda, estoy gordibuena. Bueno, en realidad él no es mi novio, es mi amigovio, que es una palabra que también es nueva. O sea, es mi pareja y nos llevamos bien aunque a veces me agobio.
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